El nombre del viento - Patrick Rothfuss
Llegué tarde a este libro. Se hablaban maravillas de él y eso me hizo sospechar. Se hizo un exitazo de ventas y eso también me hizo sospechar. Era de fantasía y gustaba a frikis y no frikis por igual... eso sí que me hizo sospechar. Al final, hace unas semanas, cayó en mis manos. Venía de terminar la lectura del genial El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas y me encontré con la hermosa portada con las hierbas recorriendo la imagen y formando un oscuro túnel que contiene la sombría figura de un hombre pelirrojo (aunque al principio creí que era sangre mal dibujada, ehem ehem).
El título completo del libro es «El nombre del viento. Crónicas del asesino de reyes: día 1». Quizá yo hubiera disfrutado más otra traducción más efectista, como hicieron en Juego de Tronos con «el Matarreyes». Pero bueno, minucias; el caso es que con el título completo, lo admito, el libro me tentó un poco más. Ese «Día uno», en concreto, activó mi imaginación. Pensé en el asesinato de un rey, calculado durante años y efectuado a lo largo de tres días, en una historia llena de magia, intrigas y asuntos de corte. Pero no, todo mentira. Mi imaginación erraba absolutamente.
El nombre del viento nos cuenta la historia de Kvothe, que fue bardo y mago y amante y ladrón y asesino y un montón de cosas más con sus apenas 25 o 26 años; y ahora, como todo buen aventurero retirado que se precie, regenta una taberna de pueblo. Allí, con la llegada de los escrales (una especie de arañas de piedra malignas), Kvothe recupera un poco de acción en su vida y se dispone a matarlas; de forma que, por azares (¿seguro?) de la vida, conoce a Cronista, quien aceptará escribir la historia de Kvothe sin cambiar ni una sola palabra de lo que este le cuente.
Y la historia de Kvothe se cuenta a lo largo de tres días; cada uno en un libro, siendo El nombre del viento el primero de ellos. Al principio se nos habla de sus padres, que eran Edena Ruh (que es algo así como la quintaesencia de los artistas ambulantes) y habían actuado ante todo tipo de públicos. Se nos habla de Abenthy, un Arcanista, que le instruye en la senda de la magia y en muchos otros campos. Kvothe manifiesta una asombrosa capacidad para el aprendizaje; adquiere y asimila muy rápido nuevos conocimientos y tiene una forma de pensar ágil y, en general, certera. Después aparecen los Chandrian, que matan a su familia y el pequeño Kvothe se ve obligado a vivir varios años en las calles de Imre como pordiosero y ladrón, donde aprende a vigilar su espalda y a proteger su vida. Más tarde consigue ingresar en la Universidad y, entonces sí, comienza la historia propiamente dicha. Llevamos unas 300 páginas que, todo sea dicho, se pasan volando.
Y es que la gran característica de este libro es lo entretenido que resulta. La prosa es una delicia, así de simple. La historia es mediocre y previsible, los personajes son arquetípicos hasta la náusea y uno, aparte de imaginar por dónde irán los tiros toda la novela, conoce la causa, la motivación y el cómo de los problemas antes de ahondar en los mismos. Así que siento decir que, en ese aspecto, la novela es una novelucha. Tiene una hermosa narración en la que párrafos inmensos evocan y evocan, en la que se puede pasar dos páginas hablando de cómo es el silencio en una taberna o cómo se siente el protagonista al tener cerca a Denna. Patrick Rothfuss es un buen narrador, eso me parece indiscutible, pero a la historia le falta la capacidad de sorprender o, al menos, de intrigar al lector. No, no la tiene. Todo resulta demasiado evidente y sé que, para muchos, eso será un defecto imperdonable.
En cuanto a los personajes, quizá Kvothe resulte demasiado heroico, demasiado exagerado. Kvothe es un dios entre los hombres, y esa clase de personajes (puede que sea cosa mía) no caen bien. Kvothe me exaspera, porque se impone con demasiada facilidad para mi gusto. Cabe decir que Rothfuss, eso sí, crea unos secundarios a veces encantadores («Qué, qué. Ya va, ya va» Trapis), Fela, los dueños del Eolio (Deoch y ) y la mayoría de los profesores de la Universidad, por ejemplo. Pero Kvothe y Bast... hm, no sé, creo que les falta algo. No solo por ser tan asombrosamente poderosos, sino porque su tratamiento de los problemas es... demasiado simple. No me convencen, sencillamente. ¿Y algún secundario que me desagrade? No me gusta Ambrose, porque es estúpido; no me gusta Hemme porque su obcecación lo vuelve un inepto y no me gusta Denna. Dioses, no soporto a Denna .
No obstante he de admitir que la novela me gustó muchísimo, como a casi todo el mundo. Soy consciente de sus incomensurables carencias, que ya he comentado, pero lo cierto es que por cómo se cuenta el libro, no podía dejar de devorar las páginas una tras otra. Sabía qué iba a pasar (o lo imaginaba, al menos, con una precisión pasmosa), pero no me importaba. El libro no pretendía —o eso quiero pensar— sorprenderme, sino deleitarme con una historia. Se parece, en ese punto a los Clásicos Disney (a la mayoría de los buenos, que últimamente...); la historia avanza y cautiva, engancha y evoca, e incluso al final deja una sensación razonablemente buena. Pero, en cierto modo, le falta algo.
Como puntos negativos (pero negativos-negativos, ¿eh?) he de señalar dos:
—Toda la subtrama con Denna me parece infecta. Es cansina, repetitiva y, en muchos momentos, demasiado estúpida. Denna es un personaje inconstante, manipulador y Kvothe es el típico protagonista enamorado (mentira; encoñado, si me disculpáis la expresión, se ajusta mucho más a la realidad) que no es capaz de razonar en cuanto a Denna se refiere.
—Ambrose es demasiado imbécil. En serio, contando sus capacidades, el daño que logra causar resulta casi lacrimógeno. Venga, Ambrose, esfúerzate un poco, hombre.
Como puntos fuertes quiero destacar:
—La asombrosa narración: delicada, efectiva, densa y hermosa. Perfecta.
—El ritmo. No cae. Nunca.
—La traducción. Gemma Rovira realiza un trabajo espectacular, el libro resulta muy cercano, igual que hacen los personajes. Todo transmite, al menos, la sensación de estar muy meditado. El resultado es envidiable. A ver si algún traductor avala este punto, pero ante mi no demasiado experta mirada, me pareció un muy buen trabajo.
Nota sobre el final (tranquilos, no es spoiler): este libro ha sido cortado con un machete de los gordos. No se detiene en ningún momento apropiado para ello. Kvothe cuenta su historia, se hace tarde y se van a dormir. Así que, si sois de los que no se pueden quedar con las ganas en un momento inadecuado... esperad a saber si podréis disponer del segundo si se da el caso.
Nota: 7. La novela se deja leer, insisto, con una facilidad pasmosa. Es divertida, emotiva, y entretenida y tiene unas descripciones preciosas; pero no tiene una gran historia. Es la típica historia del aprendiz de mago, del elegido de la Fuerza. Es Harry Potter (para un público algo mayor) y Anakin Skywalker, pero con todo, acaba convirtiéndose en una historia adictiva muy difícil de abandonar. Todo cuanto pueda achacársele al argumento en sí, doy fe, Rothfuss (y Gemma Rovira) lo compensan con talento. Personalmente, lo recomiendo sin duda.
Otras entradas que pueden interesaros:
—El temor de un hombre sabio (2º libro de la saga).
—Canción de Hielo y Fuego - George R.R. Martin.
—Geralt de Rivia - Andrzej Sapkowski.
—La serie de Vlad Taltos - Steven Brust.
—La Torre Oscura - Stephen King.
El título completo del libro es «El nombre del viento. Crónicas del asesino de reyes: día 1». Quizá yo hubiera disfrutado más otra traducción más efectista, como hicieron en Juego de Tronos con «el Matarreyes». Pero bueno, minucias; el caso es que con el título completo, lo admito, el libro me tentó un poco más. Ese «Día uno», en concreto, activó mi imaginación. Pensé en el asesinato de un rey, calculado durante años y efectuado a lo largo de tres días, en una historia llena de magia, intrigas y asuntos de corte. Pero no, todo mentira. Mi imaginación erraba absolutamente.
El nombre del viento nos cuenta la historia de Kvothe, que fue bardo y mago y amante y ladrón y asesino y un montón de cosas más con sus apenas 25 o 26 años; y ahora, como todo buen aventurero retirado que se precie, regenta una taberna de pueblo. Allí, con la llegada de los escrales (una especie de arañas de piedra malignas), Kvothe recupera un poco de acción en su vida y se dispone a matarlas; de forma que, por azares (¿seguro?) de la vida, conoce a Cronista, quien aceptará escribir la historia de Kvothe sin cambiar ni una sola palabra de lo que este le cuente.
Y la historia de Kvothe se cuenta a lo largo de tres días; cada uno en un libro, siendo El nombre del viento el primero de ellos. Al principio se nos habla de sus padres, que eran Edena Ruh (que es algo así como la quintaesencia de los artistas ambulantes) y habían actuado ante todo tipo de públicos. Se nos habla de Abenthy, un Arcanista, que le instruye en la senda de la magia y en muchos otros campos. Kvothe manifiesta una asombrosa capacidad para el aprendizaje; adquiere y asimila muy rápido nuevos conocimientos y tiene una forma de pensar ágil y, en general, certera. Después aparecen los Chandrian, que matan a su familia y el pequeño Kvothe se ve obligado a vivir varios años en las calles de Imre como pordiosero y ladrón, donde aprende a vigilar su espalda y a proteger su vida. Más tarde consigue ingresar en la Universidad y, entonces sí, comienza la historia propiamente dicha. Llevamos unas 300 páginas que, todo sea dicho, se pasan volando.
«Hay tres cosas que todos los sabios temen: el mar en la tempestad, una noche sin luna, y la ira de un hombre amable»
Y es que la gran característica de este libro es lo entretenido que resulta. La prosa es una delicia, así de simple. La historia es mediocre y previsible, los personajes son arquetípicos hasta la náusea y uno, aparte de imaginar por dónde irán los tiros toda la novela, conoce la causa, la motivación y el cómo de los problemas antes de ahondar en los mismos. Así que siento decir que, en ese aspecto, la novela es una novelucha. Tiene una hermosa narración en la que párrafos inmensos evocan y evocan, en la que se puede pasar dos páginas hablando de cómo es el silencio en una taberna o cómo se siente el protagonista al tener cerca a Denna. Patrick Rothfuss es un buen narrador, eso me parece indiscutible, pero a la historia le falta la capacidad de sorprender o, al menos, de intrigar al lector. No, no la tiene. Todo resulta demasiado evidente y sé que, para muchos, eso será un defecto imperdonable.
En cuanto a los personajes, quizá Kvothe resulte demasiado heroico, demasiado exagerado. Kvothe es un dios entre los hombres, y esa clase de personajes (puede que sea cosa mía) no caen bien. Kvothe me exaspera, porque se impone con demasiada facilidad para mi gusto. Cabe decir que Rothfuss, eso sí, crea unos secundarios a veces encantadores («Qué, qué. Ya va, ya va» Trapis), Fela, los dueños del Eolio (Deoch y ) y la mayoría de los profesores de la Universidad, por ejemplo. Pero Kvothe y Bast... hm, no sé, creo que les falta algo. No solo por ser tan asombrosamente poderosos, sino porque su tratamiento de los problemas es... demasiado simple. No me convencen, sencillamente. ¿Y algún secundario que me desagrade? No me gusta Ambrose, porque es estúpido; no me gusta Hemme porque su obcecación lo vuelve un inepto y no me gusta Denna. Dioses, no soporto a Denna .
No obstante he de admitir que la novela me gustó muchísimo, como a casi todo el mundo. Soy consciente de sus incomensurables carencias, que ya he comentado, pero lo cierto es que por cómo se cuenta el libro, no podía dejar de devorar las páginas una tras otra. Sabía qué iba a pasar (o lo imaginaba, al menos, con una precisión pasmosa), pero no me importaba. El libro no pretendía —o eso quiero pensar— sorprenderme, sino deleitarme con una historia. Se parece, en ese punto a los Clásicos Disney (a la mayoría de los buenos, que últimamente...); la historia avanza y cautiva, engancha y evoca, e incluso al final deja una sensación razonablemente buena. Pero, en cierto modo, le falta algo.
Como puntos negativos (pero negativos-negativos, ¿eh?) he de señalar dos:
—Toda la subtrama con Denna me parece infecta. Es cansina, repetitiva y, en muchos momentos, demasiado estúpida. Denna es un personaje inconstante, manipulador y Kvothe es el típico protagonista enamorado (mentira; encoñado, si me disculpáis la expresión, se ajusta mucho más a la realidad) que no es capaz de razonar en cuanto a Denna se refiere.
—Ambrose es demasiado imbécil. En serio, contando sus capacidades, el daño que logra causar resulta casi lacrimógeno. Venga, Ambrose, esfúerzate un poco, hombre.
Como puntos fuertes quiero destacar:
—La asombrosa narración: delicada, efectiva, densa y hermosa. Perfecta.
—El ritmo. No cae. Nunca.
—La traducción. Gemma Rovira realiza un trabajo espectacular, el libro resulta muy cercano, igual que hacen los personajes. Todo transmite, al menos, la sensación de estar muy meditado. El resultado es envidiable. A ver si algún traductor avala este punto, pero ante mi no demasiado experta mirada, me pareció un muy buen trabajo.
Nota sobre el final (tranquilos, no es spoiler): este libro ha sido cortado con un machete de los gordos. No se detiene en ningún momento apropiado para ello. Kvothe cuenta su historia, se hace tarde y se van a dormir. Así que, si sois de los que no se pueden quedar con las ganas en un momento inadecuado... esperad a saber si podréis disponer del segundo si se da el caso.
Nota: 7. La novela se deja leer, insisto, con una facilidad pasmosa. Es divertida, emotiva, y entretenida y tiene unas descripciones preciosas; pero no tiene una gran historia. Es la típica historia del aprendiz de mago, del elegido de la Fuerza. Es Harry Potter (para un público algo mayor) y Anakin Skywalker, pero con todo, acaba convirtiéndose en una historia adictiva muy difícil de abandonar. Todo cuanto pueda achacársele al argumento en sí, doy fe, Rothfuss (y Gemma Rovira) lo compensan con talento. Personalmente, lo recomiendo sin duda.
Otras entradas que pueden interesaros:
—El temor de un hombre sabio (2º libro de la saga).
—Canción de Hielo y Fuego - George R.R. Martin.
—Geralt de Rivia - Andrzej Sapkowski.
—La serie de Vlad Taltos - Steven Brust.
—La Torre Oscura - Stephen King.
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