A dos metros bajo tierra (1ª temporada) - HBO
Llego con casi una década de retraso, ya lo sé; pero la serie difícil podría haberme gustado más en su momento.
Recuerdo que hace cerca de un año me puse con el primer capítulo y ahí dejé la serie. Tenía el regusto de las cosas buenas pero no era lo que me apetecía en aquel momento (algo que ya me ha pasado con Roma, por ejemplo). No obstante, hace un par de semanas me apetecía ver algo trágico con pinceladas cómicas (la fórmula que Breaking bad elevó con exquisitez a su máximo exponente) y volví a empezar A dos metros bajo tierra (six feet under, según su título original).
La serie cuenta la historia de la familia Fischer, poseedora de una pequeña funeraria llamada Fischer e hijos. En ella trabajan, en el minuto 0 de la serie, el padre, Nathaniel Fischer sr., su mujer Ruth Fischer, y su hijo mediano David Fischer (el tipo de Dexter). En el minuto 3, como mucho, el señor Nathaniel ha muerto. Así pues, con motivo de su funeral y posterior entierro vuelve el hijo pródigo, que ante sus nulas ganas de dedicar su vida al negocio funerario se había largado a Seattle. Este hijo es Nathaniel Fischer jr., uno de los personajes, en mi opinión, más interesantes de la serie. Su aparición en la serie es en un pequeño cuarto de mantenimiento follando con una mujer, que resulta ser el otro gran personaje de la serie, la loca-loca-loquísima Brenda Chenowith.
El caso es que una cosa lleva a la otra y la familia entera (lo que queda de ella, al menos) vuelve al negocio. A los muertos.
La serie no se centra en una línea argumental, sino que tiene varios frentes abiertos. Tantos frentes como personajes Fischer hay más alguno accesorio como el de Brenda. Nos situarán en sus intereses, en sus formas de ver la vida, en sus mentiras, en sus autoengaños. Cada personaje tiene su propio modo de ser y eso se reflejará por ejemplo en sus visiones de las cosas (especialmente notable en los casos de David y Claire Fischer -esta última es la hermana pequeña de la familia- que podrían pasar por esquizofrénicos leves).
La serie, tal y como cabía esperar de una fabricante de maravillas como es la HBO, es muy buena. Los personajes están muy cuidados, la banda sonora se mezcla con la imagen de forma muy natural, la escenografía está muy trabajada, el guión es brillante por momentos pero muy bueno siempre (a cargo de Alan Ball, artífice de la magnífica American beauty y de la (siendo amable) mediocre True blood (lo siento, fans, "Sexo en NY con no-muertos de pueblo" no es mi idea de una gran serie; empezó bien, cuando parecía que se trataría de una serie sobre la inmersión política de los vampiros, pero acabó siendo lo que acabó siendo)
La intro es bastante elegante y sobria, con imágenes no pertenecientes a la serie pero que la evocan de alguna manera (como en un sinfín de series de la misma cadena):
Nota: 8,5. Es una muy buena serie. Tal vez no a la altura de lo mejor que he visto de la HBO, pero desde luego a un nivel muy difícil de encontrar en cualquier otra cadena. Con unos grandísimos actores, unos fantásticos personajes y una forma muy peculiar de encarar las cosas. Absolutamente recomendable.
Nota: en ubuntu no sé introducir comillas latinas y ahora mismo no tenía tiempo de buscarlo. ¡Maldita sea!
Recuerdo que hace cerca de un año me puse con el primer capítulo y ahí dejé la serie. Tenía el regusto de las cosas buenas pero no era lo que me apetecía en aquel momento (algo que ya me ha pasado con Roma, por ejemplo). No obstante, hace un par de semanas me apetecía ver algo trágico con pinceladas cómicas (la fórmula que Breaking bad elevó con exquisitez a su máximo exponente) y volví a empezar A dos metros bajo tierra (six feet under, según su título original).
La serie cuenta la historia de la familia Fischer, poseedora de una pequeña funeraria llamada Fischer e hijos. En ella trabajan, en el minuto 0 de la serie, el padre, Nathaniel Fischer sr., su mujer Ruth Fischer, y su hijo mediano David Fischer (el tipo de Dexter). En el minuto 3, como mucho, el señor Nathaniel ha muerto. Así pues, con motivo de su funeral y posterior entierro vuelve el hijo pródigo, que ante sus nulas ganas de dedicar su vida al negocio funerario se había largado a Seattle. Este hijo es Nathaniel Fischer jr., uno de los personajes, en mi opinión, más interesantes de la serie. Su aparición en la serie es en un pequeño cuarto de mantenimiento follando con una mujer, que resulta ser el otro gran personaje de la serie, la loca-loca-loquísima Brenda Chenowith.
El caso es que una cosa lleva a la otra y la familia entera (lo que queda de ella, al menos) vuelve al negocio. A los muertos.
La serie no se centra en una línea argumental, sino que tiene varios frentes abiertos. Tantos frentes como personajes Fischer hay más alguno accesorio como el de Brenda. Nos situarán en sus intereses, en sus formas de ver la vida, en sus mentiras, en sus autoengaños. Cada personaje tiene su propio modo de ser y eso se reflejará por ejemplo en sus visiones de las cosas (especialmente notable en los casos de David y Claire Fischer -esta última es la hermana pequeña de la familia- que podrían pasar por esquizofrénicos leves).
La serie, tal y como cabía esperar de una fabricante de maravillas como es la HBO, es muy buena. Los personajes están muy cuidados, la banda sonora se mezcla con la imagen de forma muy natural, la escenografía está muy trabajada, el guión es brillante por momentos pero muy bueno siempre (a cargo de Alan Ball, artífice de la magnífica American beauty y de la (siendo amable) mediocre True blood (lo siento, fans, "Sexo en NY con no-muertos de pueblo" no es mi idea de una gran serie; empezó bien, cuando parecía que se trataría de una serie sobre la inmersión política de los vampiros, pero acabó siendo lo que acabó siendo)
La intro es bastante elegante y sobria, con imágenes no pertenecientes a la serie pero que la evocan de alguna manera (como en un sinfín de series de la misma cadena):
Nota: 8,5. Es una muy buena serie. Tal vez no a la altura de lo mejor que he visto de la HBO, pero desde luego a un nivel muy difícil de encontrar en cualquier otra cadena. Con unos grandísimos actores, unos fantásticos personajes y una forma muy peculiar de encarar las cosas. Absolutamente recomendable.
Nota: en ubuntu no sé introducir comillas latinas y ahora mismo no tenía tiempo de buscarlo. ¡Maldita sea!
El código ASCII de las comillas latinas es:
ResponderEliminar« ALT+0171
» ALT+0187
Es que esos códigos no son parte del ASCII clásico y parece que no los tengo activados por defecto, o algo así. Tendré que buscar. Los ALT que tú dices forman parte de la ISO 8859-1; la Latin-1 donde se metieron las comillas, los caracteres con tilde, las diëresis, etc.; pero no consigo que me vayan... seguiré trasteando ;).
ResponderEliminarTrue Blood no es una mala serie... Es una mala partida de oWoD con un master fumao... al igual que Lost es una mala partida de Kult con un master que toma Niscalina xD
ResponderEliminarA mí True Blood, si bien me parece que tiene una primera temporada aprobable, me parece que tiene una segunda temporada completamente intragable, basada en una premisa aburrida y con un desarrollo nefasto. Y como homenaje a Lovecraft, añado los adjetivos: "abyecto" y "blasfemo" para que se coloquen al gusto en las afirmaciones anteriores :P
ResponderEliminarEs facilísimo escribir las comillas latinas en Ubuntu: solo oprime AltGr+Z para « y AltGr+X para ». ¡Saludos!
ResponderEliminar¡Gracias, Fitoschido! Intentaré recordarlo en mis escarceos por Ubuntu :)
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