Arkham Asylum - Grant Morrison
Arkham Asylum: un lugar sensato en una tierra sensata —archiprestigioso cómic— nos presenta una historia en el manicomio mítico de las historias de Batman, en claro guiño, supongo y espero, a las historias de Lovecraft y compañía.
En Arkhan Asylum, el 1 de Abril (el día de las bromitas estúpidas yankee, como aquí el 28 de Diciembre) losreclusos enfermos de Arkhan se hacen con el manicomio y toman rehenes y, para liberarlos, exigen que Batman vaya a hacerles una visitilla y pase la noche con ellos. Y Batman accede, temeroso de sentirse "como en casa" cuando entre en Arkham.
Así empieza y, coño, es un buen principio.
Pero a partir de ahí, personalmente, me parece que sólo cae y cae en una espiral de velocidad (supongo que para adaptarse al número de páginas) que hacen que la historia se precipite casi en un sinsentido permanente. Veamos, explicado por partes. Esta obra tiene dos grandes hilos (y un minúsculo subhilo): en uno de los grandes hilos se desarrolla la historia en momento presente —con Batman en Arkham, vaya—, en el otro tenemos al señor Arkham viviendo su pasado, terrible, por supuesto; la inauguración del hospital psiquiátrico, y su posterior ingreso en él debido a lo loco que se acaba volviendo por macabras razones; el subhilo es el del pasado de Batman, que es donde empieza a volverse loco. Porque Batman está loco —cosa que no debería sorprender a nadie— y de eso va el cómic.
El caso es que a partir de la premisa de pasar la noche allí, que supongo que podría haber resultado entretenida y haber estado desarrollada de verdad. Batman llega a Arkham y en el tiempo que pasa allí se desarrolla un poco su personaje, que es tratado de forma más trastornada que heroica, lo cual me parece adecuado; y el del Joker, que "es bastante posible que sufra de supercordura". Y ya está. El resto son meras sombras con cuatro líneas de diálogo en las que no hacen gran cosa. Dos Caras sólo hace algo al final del cómic y, con todo, es de lo que más me gustó de toda la historia; junto a la llamada telefónica del Joker al principio y un chiste que cuenta por el medio. Poco más me gustó, en realidad.
Por lo demás, en mi modesta opinión, Morrison intenta que obviemos las aguas que hace el guión llenándolo de palabras horripilantes repetidas hasta la sociedad: amputaciones de órganos sexuales, violaciones, torturas, electrocuciones... a ver si tanto tenebrismo nos separa del hecho de que, en realidad, no está sucediendo nada, supongo. Por lo demás, el guión cumple. La historia de Arkham está más o menos bien, la premisa del cómic mola —aunque no sea especialmente novedosa— y el final tiene su puntillo. Digamos que le daría un aprobado raspado al guión porque el desarrollo me parece... pobre, sinceramente.
Por otro lado tenemos el dibujo. ¡Y qué dibujo! De lo mejor que he visto nunca, ya habéis visto la portada. Todo lo que no me logró transmitir Morrison con el guión, me lo transmitió McKean con sus dibujos, pinturas, fotografías y demás: ¡joder! Se palpa la locura en el ambiente, en los colores chillones y difuminados, en las formas afiladas y duras. Muy, muy buen apartado gráfico. Sin duda alguna lo mejor del cómic. Magnífico.
Nota 7: un cómic normalito que destaca gracias a un dibujo excelente con una concepción muy en la línea de La Broma Asesina .
En Arkhan Asylum, el 1 de Abril (el día de las bromitas estúpidas yankee, como aquí el 28 de Diciembre) los
Así empieza y, coño, es un buen principio.
Pero a partir de ahí, personalmente, me parece que sólo cae y cae en una espiral de velocidad (supongo que para adaptarse al número de páginas) que hacen que la historia se precipite casi en un sinsentido permanente. Veamos, explicado por partes. Esta obra tiene dos grandes hilos (y un minúsculo subhilo): en uno de los grandes hilos se desarrolla la historia en momento presente —con Batman en Arkham, vaya—, en el otro tenemos al señor Arkham viviendo su pasado, terrible, por supuesto; la inauguración del hospital psiquiátrico, y su posterior ingreso en él debido a lo loco que se acaba volviendo por macabras razones; el subhilo es el del pasado de Batman, que es donde empieza a volverse loco. Porque Batman está loco —cosa que no debería sorprender a nadie— y de eso va el cómic.
El caso es que a partir de la premisa de pasar la noche allí, que supongo que podría haber resultado entretenida y haber estado desarrollada de verdad. Batman llega a Arkham y en el tiempo que pasa allí se desarrolla un poco su personaje, que es tratado de forma más trastornada que heroica, lo cual me parece adecuado; y el del Joker, que "es bastante posible que sufra de supercordura". Y ya está. El resto son meras sombras con cuatro líneas de diálogo en las que no hacen gran cosa. Dos Caras sólo hace algo al final del cómic y, con todo, es de lo que más me gustó de toda la historia; junto a la llamada telefónica del Joker al principio y un chiste que cuenta por el medio. Poco más me gustó, en realidad.
Por lo demás, en mi modesta opinión, Morrison intenta que obviemos las aguas que hace el guión llenándolo de palabras horripilantes repetidas hasta la sociedad: amputaciones de órganos sexuales, violaciones, torturas, electrocuciones... a ver si tanto tenebrismo nos separa del hecho de que, en realidad, no está sucediendo nada, supongo. Por lo demás, el guión cumple. La historia de Arkham está más o menos bien, la premisa del cómic mola —aunque no sea especialmente novedosa— y el final tiene su puntillo. Digamos que le daría un aprobado raspado al guión porque el desarrollo me parece... pobre, sinceramente.
Por otro lado tenemos el dibujo. ¡Y qué dibujo! De lo mejor que he visto nunca, ya habéis visto la portada. Todo lo que no me logró transmitir Morrison con el guión, me lo transmitió McKean con sus dibujos, pinturas, fotografías y demás: ¡joder! Se palpa la locura en el ambiente, en los colores chillones y difuminados, en las formas afiladas y duras. Muy, muy buen apartado gráfico. Sin duda alguna lo mejor del cómic. Magnífico.
Nota 7: un cómic normalito que destaca gracias a un dibujo excelente con una concepción muy en la línea de La Broma Asesina .
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