The following - FOX
Este era el estreno americano que con más ganas esperaba... junto a Bates motel, quizás. El piloto de The following me gustó bastante, presentaba una historia interesante, unos personajes de los que se podía sacar partido sin un esfuerzo titánico y un buen ambiente. En mal momento decidí(mos) seguir adelante.
Joe Carroll (James Purefoy) es un asesino en serie que ha conseguido escapar de su condena a muerte y que ha tejido una mitología sectaria alrededor de la obra de Poe para convencer a un montón de psicópatas de apoyarlo, de entregarse a él; así que ahora tenemos una misteriosa secta de asesinos en serie que hacen referencias a Poe (bastante aleatorias y poco aprovechadas en general) y que ni siquiera el espectador conoce. Para volver a atraparlo tenemos al detective que le paró los pies la primera vez, Ryan Hardy (Kevin Bacon), al que vuelve a contactar el FBI porque es el hombre que mejor conoce a Carroll. Visto lo visto, quizá hubiera factores más importantes que considerar. Está claro que Hardy la primera vez lo cogió por pura suerte, o eso o Ryan quedó así después de un accidente.
Y poniéndonos con la serie en sí, ya aparte de que los guionistas no supieran mantener la tensión y de que algunos actores no supieron estar a la altura, está el hecho de que no se puede ver como un drama ni como una serie policíaca. Uno acaba asistiendo a una especie de mala comedia en la que despuntan momentos de verdaderas carcajadas, habitualmente relacionadas con una acción especialmente estúpida del FBI que suelen acabar con civiles heridos o muertos y algún miembro del FBI muerto. Para más inri, Carroll tiene gente infiltrada en todas partes y cada vez son más y más y salen hasta de debajo de las piedras. Son como hormigas. Al final uno se queda con la impresión de que si hay más de dos personas en un sitio, al menos una es de la secta de Carroll.
No creo, en realidad, que el capítulo 10 fuese tan aberrante como podáis pensar. En realidad no lo sé, pero creo que, sencillamente, nos quemamos como espectadores. Ya no fuimos capaces de ver la gracia del patetismo, el divertimento de un guión tan mal hilado, de tantos detalles absurdos que intentaban hacernos colar por serios. Nos gastamos.
Lo siento por Purefoy, que se ve que le puso ganas a un personaje que no iba a ninguna parte. Carroll no es brillante, aunque se suponga que el guión lo trate como tal (pese a que le falta temple, resolución y verdadera capacidad como asesino en serie memorable) solo por comparación con la asombrosa estupidez e incapacidad de Hardy. Mi adorado Marco Antonio intenta dar credibilidad, volumen y carisma a un personaje que falla más abajo, que falla en el papel. Y es una lástima, porque puede que sea el personaje que menos falla de la serie... para que os hagáis una idea.
Nota: 3. The following es un grito desesperado de quiero y no puedo. De unos guionistas, unos productores y unos directores que se ve que han sido absolutamente incapaces de llevarla a buen puerto (salvo al de los espectadores, sus casi ocho millones de seguidores en Estados Unidos). Una lástima, la verdad es que habían conseguido que el piloto tentase a ver un poco más.
Hola, soy Ryan Hardy y tengo un problema mental
Es imposible tragarse la serie porque nada tiene sentido. Ryan Hardy debe de ser el investigador más estúpidamente incompetente del mundo. ¿Qué importan las razones por las que lo echaron del FBI? En cuanto uno ha visto tres episodios le queda claro que lo han echado por inepto, por tonto, por poner en peligro a la gente con su ignorancia, con su falta de astucia y su escasa habilidad a la hora de gestionar los problemas con secuestradores, asesinos o cualquier otra clase de calaña. Ryan Hardy parece, casi, una parodia sarcástica de lo que debería ser. Es triste. Es risible. Ridículo.
Hardy, la única oportunidad que tienes de ganar: el tío ya está esposado a la mesa. ¡No dejes que se escape!
Joe Carroll (James Purefoy) es un asesino en serie que ha conseguido escapar de su condena a muerte y que ha tejido una mitología sectaria alrededor de la obra de Poe para convencer a un montón de psicópatas de apoyarlo, de entregarse a él; así que ahora tenemos una misteriosa secta de asesinos en serie que hacen referencias a Poe (bastante aleatorias y poco aprovechadas en general) y que ni siquiera el espectador conoce. Para volver a atraparlo tenemos al detective que le paró los pies la primera vez, Ryan Hardy (Kevin Bacon), al que vuelve a contactar el FBI porque es el hombre que mejor conoce a Carroll. Visto lo visto, quizá hubiera factores más importantes que considerar. Está claro que Hardy la primera vez lo cogió por pura suerte, o eso o Ryan quedó así después de un accidente.
Un chupito cada vez que alguien haga o diga una tontería
Y todos borrachos en 40 minutos. Asegurado. Hasta Gimli. No sé qué les pasó, el piloto estaba bien. El problema surgió después, en un momento indeterminado. Parecía como si los guionistas no tuviesen ni idea de cómo hacer algo con la trama que habían abierto. Aquello se les había ido de las manos. Habían hecho un Heroes, habían hecho un Lost ¡¡en un episodio y medio!! Los personajes ya caminaban a tumbos, sufrían unos cambios de personalidad de aúpa (lo del alcoholismo de Hardy es para morirse de risa, vamos, parece una promesa de Rajoy. Visto y no visto). Los guiones no saben aprovechar la obra de Poe, que pasa a ser tan superficial que pasa de detalle de trama a anécdota y unos capítulos después puede que ni eso. Encima tenemos que tragarnos a unos personajes sin ninguna clase de profundidad (y que nadie me diga que generan profundidad con el triángulo amoroso, por favor; porque sabéis que es falso), a unos actores que sacando a Purefoy no pasan de mediocres y, encima, a la desidia de Bacon. Vale, es cierto que el que Purefoy parezca tan entregado a su personaje, aunque normalmente sería algo genial, resulta casi contraproducente en una serie tan mal hilada y con un reparto tan decepcionante; pero es que lo de Bacon es criminal. Tiene dos expresiones, la de «seriedad aburrida» y la de «sorpresa exagerada porque Carroll me la ha vuelto a jugar». Y no puedo evitar recordar un tuit, juraría que de Crítico en serie (blog recomendadísimo), en el que decía que Kevin Bacon actuaba como si estuviera haciendo un favor a la televisión y que era precisamente al revés. Eso es justo lo que pienso al respecto. Bacon, ¿de ser un nadie a creerse el rey del mambo? No te ofendas pero hay peces mucho más grandes que tú en televisión ahora mismo.
Cejas bajas. Hardy controla.
Cejas levantadas: «¡¡otra vez no!!»
Y poniéndonos con la serie en sí, ya aparte de que los guionistas no supieran mantener la tensión y de que algunos actores no supieron estar a la altura, está el hecho de que no se puede ver como un drama ni como una serie policíaca. Uno acaba asistiendo a una especie de mala comedia en la que despuntan momentos de verdaderas carcajadas, habitualmente relacionadas con una acción especialmente estúpida del FBI que suelen acabar con civiles heridos o muertos y algún miembro del FBI muerto. Para más inri, Carroll tiene gente infiltrada en todas partes y cada vez son más y más y salen hasta de debajo de las piedras. Son como hormigas. Al final uno se queda con la impresión de que si hay más de dos personas en un sitio, al menos una es de la secta de Carroll.
Hasta el capítulo 10
El Rubicón lo cruzamos en el capítulo 4. Recuerdo haberle dicho a Laura que deberíamos dejarla, pero ella quiso seguir. La mayoría de series en las que pasa esto, las abandono sin más y las sigue viendo Laura aparte. Esta vez no fue así, no sé por qué, no tengo ninguna explicación razonable; debió de ser mi lado más masoquista o algo. Los episodios se sucedían sin ningún sentido hasta el punto de que llegábamos a reírnos con todos los planes de Hardy y a animar a Carroll para que lo matase de una vez, porque ser Hardy era inhumano. Y llegamos así hasta el capítulo 10... no pudimos más. Acabó el episodio, nos miramos, y decidimos que este era el punto y final de la serie.
Siempre nos quedará la preciosa Emma.
No creo, en realidad, que el capítulo 10 fuese tan aberrante como podáis pensar. En realidad no lo sé, pero creo que, sencillamente, nos quemamos como espectadores. Ya no fuimos capaces de ver la gracia del patetismo, el divertimento de un guión tan mal hilado, de tantos detalles absurdos que intentaban hacernos colar por serios. Nos gastamos.
Lo siento por Purefoy, que se ve que le puso ganas a un personaje que no iba a ninguna parte. Carroll no es brillante, aunque se suponga que el guión lo trate como tal (pese a que le falta temple, resolución y verdadera capacidad como asesino en serie memorable) solo por comparación con la asombrosa estupidez e incapacidad de Hardy. Mi adorado Marco Antonio intenta dar credibilidad, volumen y carisma a un personaje que falla más abajo, que falla en el papel. Y es una lástima, porque puede que sea el personaje que menos falla de la serie... para que os hagáis una idea.
Nota: 3. The following es un grito desesperado de quiero y no puedo. De unos guionistas, unos productores y unos directores que se ve que han sido absolutamente incapaces de llevarla a buen puerto (salvo al de los espectadores, sus casi ocho millones de seguidores en Estados Unidos). Una lástima, la verdad es que habían conseguido que el piloto tentase a ver un poco más.
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