Mátalos suavemente - Andrew Dominik
La verdad es que me habían hablado bastante mal de la película, pero tenía cierta esperanza de que fuese salvable, aunque fuese de una forma puramente técnica. Pero ni eso. Mátalos suavemente es un tostón de los gordos en el que no conseguí pasar de la mitad de la película. Sin más.
No obstante, para perseguir a los culpables contratan a Jackie (Brad Pitt), un asesino al que no le gusta implicarse emocionalmente y prefiere matar a la gente suavemente, desde lejos.
La mafia local vive su particular crisis económica y Jackie es el brazo ejecutor, el sistema de expropiaciones del que hablan en Las uvas de la ira: «No somos nosotros, es el banco». Jackie hace lo que se tiene que hacer, pero sin implicarse. El sistema exige que se haga y lo hace, pero es el banco, la economía... es un orden superior al que solo se puede obedecer, al que hay que servir.
En Mátalos suavemente se dan cita varios de los mafiosos más tontos que haya visto el cine (de mafias o de cualquier otro). Todos los personajes parecen marionetas con el seso absorbido que se dejan mover por el titiritero, sin gran sentido y hacia ninguna parte. Los diálogos son infames pero se las dan de profundos (tiene alguno salvable, todos del personaje de Brad Pitt que explicitan lo hipócritas —y tontos— que son todos los demás personajes), el montaje es soso (sobrio, sí, pero sin elegancia; sin un realismo cercano). Se me quedaba la impresión de que el señor Dominik había venido a hablar de su libro... o de su peli.
A Dominik no parece importarle especialmente lo que piense el espectador, y lo somete a un discurso aburridísimo y sin jugo que se despliega torpemente, que se extiende lenta y previsiblemente como la miel. Se permite unas escenas violentas bastante explícitas (la paliza a Liotta, por ejemplo, a puñetazos y patadas tiene algo que me pareció increíblemente desagradable. Esa forma de usar la sangre, lo sórdido del sonido de los golpes, tan realista... tan horrible) y contundentes supongo que por sello de la casa; y una ambientación gélida y sucia muy apropiada para lo que nos están contando.
El envoltorio es tan transgresor, tan moderno... y el contenido tan clásico, tan visto y predecible que la película gime y protesta como un Frankenstein especialmente mal hecho, una criatura inviable que suplica que le pongan fin, porque cada segundo de su vida es un infierno. Se pueden apreciar hasta tal punto las costuras sobre las que se sustenta el filme, la fórmula con la que intenta darle vida... que uno se queda fuera. Casi como viendo un making of. Es muy decepcionante.
Nota: 3. Mátalos suavemente lo intenta pero no lo consigue. No me llegó como espectador en ningún momento, pese a su increíble reparto, pero a sus metáforas y sus pequeños experimentos de dirección. Una sosez aburrida que se las da de revolucionaria.
Los que hicieron el cartel tienen claro que el personaje de Pitt es lo único que merece la pena destacar.
Timbas de póker, mafiosos muy torpes
Dos yonquis (Ben Mendelsohn y Scoot McNairy) roban en una timba de póker sabiendo que acusarán a Markie Trattman (Ray Liotta) porque este ya lo ha hecho antes una vez, y aunque parece que es demasiado estúpido repetir la jugada, la gente es muy simple y se obcecará con que tuvo que ser Markie buscando un culpable rápido con el que calmar los ánimos. Dicho y hecho.No obstante, para perseguir a los culpables contratan a Jackie (Brad Pitt), un asesino al que no le gusta implicarse emocionalmente y prefiere matar a la gente suavemente, desde lejos.
La mafia local vive su particular crisis económica y Jackie es el brazo ejecutor, el sistema de expropiaciones del que hablan en Las uvas de la ira: «No somos nosotros, es el banco». Jackie hace lo que se tiene que hacer, pero sin implicarse. El sistema exige que se haga y lo hace, pero es el banco, la economía... es un orden superior al que solo se puede obedecer, al que hay que servir.
Pero tenemos a Brad Pitt
Y a Richard Jenkins y a James Gandolfini y a Ray Liotta y... Y queremos y no podemos. Lo intentamos pero caemos. Minuto tras minuto, un fracaso tras otro.En Mátalos suavemente se dan cita varios de los mafiosos más tontos que haya visto el cine (de mafias o de cualquier otro). Todos los personajes parecen marionetas con el seso absorbido que se dejan mover por el titiritero, sin gran sentido y hacia ninguna parte. Los diálogos son infames pero se las dan de profundos (tiene alguno salvable, todos del personaje de Brad Pitt que explicitan lo hipócritas —y tontos— que son todos los demás personajes), el montaje es soso (sobrio, sí, pero sin elegancia; sin un realismo cercano). Se me quedaba la impresión de que el señor Dominik había venido a hablar de su libro... o de su peli.
Liotta lo borda.
A Dominik no parece importarle especialmente lo que piense el espectador, y lo somete a un discurso aburridísimo y sin jugo que se despliega torpemente, que se extiende lenta y previsiblemente como la miel. Se permite unas escenas violentas bastante explícitas (la paliza a Liotta, por ejemplo, a puñetazos y patadas tiene algo que me pareció increíblemente desagradable. Esa forma de usar la sangre, lo sórdido del sonido de los golpes, tan realista... tan horrible) y contundentes supongo que por sello de la casa; y una ambientación gélida y sucia muy apropiada para lo que nos están contando.
El envoltorio es tan transgresor, tan moderno... y el contenido tan clásico, tan visto y predecible que la película gime y protesta como un Frankenstein especialmente mal hecho, una criatura inviable que suplica que le pongan fin, porque cada segundo de su vida es un infierno. Se pueden apreciar hasta tal punto las costuras sobre las que se sustenta el filme, la fórmula con la que intenta darle vida... que uno se queda fuera. Casi como viendo un making of. Es muy decepcionante.
Brad Pitt y Richard Jenkins, al que nunca se le ve de pie.
Nota: 3. Mátalos suavemente lo intenta pero no lo consigue. No me llegó como espectador en ningún momento, pese a su increíble reparto, pero a sus metáforas y sus pequeños experimentos de dirección. Una sosez aburrida que se las da de revolucionaria.
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