La carretera (The road) - John Hillcoat
Basada en una novela de Cormac McCarthy (que también escribió No es país para viejos, llevada a la gran pantalla por los hermanos Coen), La carretera cuenta el viaje hacia la costa de un padre y su hijo a través de un mundo devastado, en el que los pocos humanos que quedan vivos, se debaten por llevarse algo a la boca o hacerse con las armas que quedan. Locura, desesperación... y un vasto yermo gris.
La película empieza muy colorista, muchas flores, mucho contraste... recuerdos. Hasta que la película nos hace despertar al momento presente, un tiempo en el que la luz es tenue y gris, en el que ya se echa en falta la esperanza. Sobre un tranquilo y tenue piano, Mortensen pone al espectador en situación. «Cada día es más gris que el anterior. Y hace frío. Y cada vez hará más frío, a medida que el mundo muere.» Dice que no han sobrevivido animales ni cosechas, apenas quedan árboles y unos cuantos matorrales más bien secos. Las personas que siguen recorriendo los caminos buscan gasolina y armas y comida, sobrevivir, vaya; muchos lo hacen al precio que sea. Al protagonista le preocupan la comida, el frío y los zapatos.
Todo esto es narrado sobre la secuencia de vídeo por la tranquila y triste voz de Viggo Mortensen, justo antes de que los personajes comiencen a hablar entre ellos. El padre y su hijo, ambos completamente abandonados a su miserable suerte. Desde estos primeros minutos, ya antes en la narración oral, La carretera deja muy claro el tono en que va a manejarse, una historia muy triste y oscura, llena de momentos tensos; de drama violento, de enfermedad, hambre y muerte. Y lo da. Todo ello.
La estructura, sobre todo la del principio, cuando se intercalan los momentos en tiempo presente con los flashbacks, el primero bajo la blanca luz del Sol, los demás a la temblequeante luz de las velas, ya con el cielo gris, es realmente cautivadora. Introduce a la perfección en la historia sin hacer necesarios grandes aspavientos de dirección. Solo un poco de luz y el pequeño grupo familiar (padre-madre-hijo)... y el drama del mundo horrible que les ha tocado vivir.
No puedo pasar sin destacar las magníficas interpretaciones de Viggo Mortensen, aunque en los momentos finales de la película me parece que no da la talla (son un pelín exagerados); no obstante maneja muy bien el resto de la película, destacando el descenso a la locura y a la despersonalización de su personaje, que se va ajando según la enfermedad lo consume y la brutalidad de su existencia lo supera; y de Kodi Smit McPhee, un chavalín que se merece todos los halagos por una más que creíble encarnación del crío al que le toca dar vida.
Y, por supuesto, siendo yo, sobre todo, no puedo dejar tampoco la oportunidad de destacar la aparición de Michael Kenneth Williams (Omar en The Wire y Chalky White en Boardwalk Empire) en el último quinto de la película. Además, en una escena especialmente buena en la que el personaje de Mortensen deja claro que ya es uno más, que ha aceptado la ley de la selva, la de la imposición del más fuerte. La única ley en este mundo devastado.
La dirección es bastante efectiva, el montaje es elegante y el ritmo de la película es bastante trepidante en los momentos activos, a la vez que permite cierta calma y disfrute en los momentos más parados y reflexivos. Creo que Hillcoat hizo un buen trabajo en general, aunque él o su equipo —no sé, en realidad, si estos temas pasan en algún momento por el director, supongo que no— podían haber cuidado el sonido de la película. La música es un poco insulsa, acompaña, no es que sea horrible, pero tiene importancia 0, en mi opinión. Y la pista de sonido en sí... es cutre. Suena mal, como si estuviese grabada de lejos, o algo así. Y no es cosa de la pista en castellano, que lo comprobé cuando me puse a hacer la reseña. Y no, no es un mal rip cutre de internet ni nada, que es un disco original.
Sonido aparte, la película es mucho más que aceptable y aunque sea por el gran papel de los actores y esa fantástica ambientación postapocalíptica que pondría los dientes largos a cualquier producción de invierno nuclear o marea zombi sin recurrir a grandes aspavientos, merece la pena echarle un vistazo.
Nota: 8. Una buena película y una gran premisa. Puede parecer que la historia no lleva a ninguna parte, pero atentos al desarrollo del protagonista y su carrera hacia la perdición.
John Hillcoat ya había dirigido otra película basada en un libro de McCormac, The proposition, pero dado que hasta hace unas horas no la conocía, no tengo nada más que añadir aparte de la curiosidad, aunque la dejo anotada para verla próximamente.
La película empieza muy colorista, muchas flores, mucho contraste... recuerdos. Hasta que la película nos hace despertar al momento presente, un tiempo en el que la luz es tenue y gris, en el que ya se echa en falta la esperanza. Sobre un tranquilo y tenue piano, Mortensen pone al espectador en situación. «Cada día es más gris que el anterior. Y hace frío. Y cada vez hará más frío, a medida que el mundo muere.» Dice que no han sobrevivido animales ni cosechas, apenas quedan árboles y unos cuantos matorrales más bien secos. Las personas que siguen recorriendo los caminos buscan gasolina y armas y comida, sobrevivir, vaya; muchos lo hacen al precio que sea. Al protagonista le preocupan la comida, el frío y los zapatos.
Todo esto es narrado sobre la secuencia de vídeo por la tranquila y triste voz de Viggo Mortensen, justo antes de que los personajes comiencen a hablar entre ellos. El padre y su hijo, ambos completamente abandonados a su miserable suerte. Desde estos primeros minutos, ya antes en la narración oral, La carretera deja muy claro el tono en que va a manejarse, una historia muy triste y oscura, llena de momentos tensos; de drama violento, de enfermedad, hambre y muerte. Y lo da. Todo ello.
«Respecto al chico solo me pregunto una cosa, ¿podré hacerlo cuando llegue el momento?»
La estructura, sobre todo la del principio, cuando se intercalan los momentos en tiempo presente con los flashbacks, el primero bajo la blanca luz del Sol, los demás a la temblequeante luz de las velas, ya con el cielo gris, es realmente cautivadora. Introduce a la perfección en la historia sin hacer necesarios grandes aspavientos de dirección. Solo un poco de luz y el pequeño grupo familiar (padre-madre-hijo)... y el drama del mundo horrible que les ha tocado vivir.
No puedo pasar sin destacar las magníficas interpretaciones de Viggo Mortensen, aunque en los momentos finales de la película me parece que no da la talla (son un pelín exagerados); no obstante maneja muy bien el resto de la película, destacando el descenso a la locura y a la despersonalización de su personaje, que se va ajando según la enfermedad lo consume y la brutalidad de su existencia lo supera; y de Kodi Smit McPhee, un chavalín que se merece todos los halagos por una más que creíble encarnación del crío al que le toca dar vida.
Y, por supuesto, siendo yo, sobre todo, no puedo dejar tampoco la oportunidad de destacar la aparición de Michael Kenneth Williams (Omar en The Wire y Chalky White en Boardwalk Empire) en el último quinto de la película. Además, en una escena especialmente buena en la que el personaje de Mortensen deja claro que ya es uno más, que ha aceptado la ley de la selva, la de la imposición del más fuerte. La única ley en este mundo devastado.
La dirección es bastante efectiva, el montaje es elegante y el ritmo de la película es bastante trepidante en los momentos activos, a la vez que permite cierta calma y disfrute en los momentos más parados y reflexivos. Creo que Hillcoat hizo un buen trabajo en general, aunque él o su equipo —no sé, en realidad, si estos temas pasan en algún momento por el director, supongo que no— podían haber cuidado el sonido de la película. La música es un poco insulsa, acompaña, no es que sea horrible, pero tiene importancia 0, en mi opinión. Y la pista de sonido en sí... es cutre. Suena mal, como si estuviese grabada de lejos, o algo así. Y no es cosa de la pista en castellano, que lo comprobé cuando me puse a hacer la reseña. Y no, no es un mal rip cutre de internet ni nada, que es un disco original.
Sonido aparte, la película es mucho más que aceptable y aunque sea por el gran papel de los actores y esa fantástica ambientación postapocalíptica que pondría los dientes largos a cualquier producción de invierno nuclear o marea zombi sin recurrir a grandes aspavientos, merece la pena echarle un vistazo.
Nota: 8. Una buena película y una gran premisa. Puede parecer que la historia no lleva a ninguna parte, pero atentos al desarrollo del protagonista y su carrera hacia la perdición.
John Hillcoat ya había dirigido otra película basada en un libro de McCormac, The proposition, pero dado que hasta hace unas horas no la conocía, no tengo nada más que añadir aparte de la curiosidad, aunque la dejo anotada para verla próximamente.
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