Lock & Stock - Guy Ritchie
Conocí Lock & Stock a raíz de varios comentarios que surgieron en torno a Snatch: cerdos y diamantes. Es el primer largometraje de Guy Ritchie y tiene una gran consanguinidad con Snatch, tanto en reparto como en modo de grabación. Supongo que se trata del "estilo Ritchie", y no me quejo porque me parece un estilazo. La verdad.
Cuatro amigos reúnen todos sus ahorros para una partida de cartas que uno de ellos tendrá con un mafioso londinense, que les tima y les deja en deuda de un dineral inmenso, con la condición de que si no lo abonan, les cortarán los dedos y se quedarán con el bar del padre del que jugó la partida.
La película empieza con una grandiosa presentación de personajes. En mi caso, completamente subjetivo, destaco que esta presentación me gustó menos de lo que debería, porque la voz utilizada para los comentarios es la de Santiago Segura; una voz que me desagrada profundamente. Santiago Segura, a quien recuerdo con aprobación de El día de la bestia, pero al que le cogí manía con Torrente —ya no me atreví a ver la 2 ni la 3—. Todas las presentaciones se basan en el siguiente esquema: escena rápida con el o los personajes en acción, corte repentino, narración de voz. Esto le da mucho estilo ya desde el primer minuto. Es nuevo, es fresco. Su rareza le da un atractivo especial.
En torno a esto, he de hablar de la grandiosidad de los personajes. Rara vez me he topado con unos personajes tan cómicos en sí mismos, sin tener que recurrir a gags. Sus mismas historias, sus puestas a punto son humor duro y descarnado, inmersos en el ambiente de los bajos fondos londinenses —como, dos años más tarde, haría en Snatch—, a los que Ritchie dota de una vida increíble.
La iluminación es una de sus grandes bazas: genera un gran contraste entre claros y oscuros, lo que hace que, por momentos, el ambiente sea muy lúgubre. Calles casi exageradamente sombrías, locales azotados por el humo del tabaco o por la escasez de fuentes de luz, se intercalan con momentos de una iluminación fuerte y blanca, como la de un mediodía. El efecto conseguido me pareció interesantísimo.
La grabación de las escenas, los cambios de plano, el movimiento de las cámaras, etc. está muy bien en todo momento; aunque destaca el uso de estos recursos —y de otros, como la exagerada grabación de las manos— en la partida de cartas, donde se alternan brutalmente los ritmos de las escenas —de forma ligeramente caótica— resultando en una escena memorable en conjunto.
Por último, la música. La música de esta película es una pasada. Simple y llanamente. Tanto las canciones con voz como la pieza que utilizan una y otra vez a lo largo de la película: una potentísima melodísima de bajo que, junto con la imagen, consigue un resultado super carismático.
Nota: 8. La película está muy bien, aunque prefiero Snatch. Música, dirección, reparto... todo está muy bien, aunque echando un ojo al goofs de IMDB, se ve que hay unos cuantos errores.
Cuatro amigos reúnen todos sus ahorros para una partida de cartas que uno de ellos tendrá con un mafioso londinense, que les tima y les deja en deuda de un dineral inmenso, con la condición de que si no lo abonan, les cortarán los dedos y se quedarán con el bar del padre del que jugó la partida.
La película empieza con una grandiosa presentación de personajes. En mi caso, completamente subjetivo, destaco que esta presentación me gustó menos de lo que debería, porque la voz utilizada para los comentarios es la de Santiago Segura; una voz que me desagrada profundamente. Santiago Segura, a quien recuerdo con aprobación de El día de la bestia, pero al que le cogí manía con Torrente —ya no me atreví a ver la 2 ni la 3—. Todas las presentaciones se basan en el siguiente esquema: escena rápida con el o los personajes en acción, corte repentino, narración de voz. Esto le da mucho estilo ya desde el primer minuto. Es nuevo, es fresco. Su rareza le da un atractivo especial.
En torno a esto, he de hablar de la grandiosidad de los personajes. Rara vez me he topado con unos personajes tan cómicos en sí mismos, sin tener que recurrir a gags. Sus mismas historias, sus puestas a punto son humor duro y descarnado, inmersos en el ambiente de los bajos fondos londinenses —como, dos años más tarde, haría en Snatch—, a los que Ritchie dota de una vida increíble.
La iluminación es una de sus grandes bazas: genera un gran contraste entre claros y oscuros, lo que hace que, por momentos, el ambiente sea muy lúgubre. Calles casi exageradamente sombrías, locales azotados por el humo del tabaco o por la escasez de fuentes de luz, se intercalan con momentos de una iluminación fuerte y blanca, como la de un mediodía. El efecto conseguido me pareció interesantísimo.
La grabación de las escenas, los cambios de plano, el movimiento de las cámaras, etc. está muy bien en todo momento; aunque destaca el uso de estos recursos —y de otros, como la exagerada grabación de las manos— en la partida de cartas, donde se alternan brutalmente los ritmos de las escenas —de forma ligeramente caótica— resultando en una escena memorable en conjunto.
Por último, la música. La música de esta película es una pasada. Simple y llanamente. Tanto las canciones con voz como la pieza que utilizan una y otra vez a lo largo de la película: una potentísima melodísima de bajo que, junto con la imagen, consigue un resultado super carismático.
Nota: 8. La película está muy bien, aunque prefiero Snatch. Música, dirección, reparto... todo está muy bien, aunque echando un ojo al goofs de IMDB, se ve que hay unos cuantos errores.
Guy Ritchie se está convirtiendo en uno de mis directores favoritos, si nos olvidamos de algunos de sus horrores :S
ResponderEliminar