Un tranvía llamado deseo - Elia Kazan
Un tranvía llamado deseo es una de esas películas ante las que sabes que estás ante un buen producto, ante una gran obra.
Un Marlon Brando colosal, en el papel de un celoso y brutal Stanley, un hombre musculoso, sucio, bruto, repugnante, desconfiado y sarcástico, casado con Stella (Kim Hunter), una mujercita adorable que parece negarse a pensar mal de su hermana mayor, Blanche (Vivien Leigh), una mujer rubia, trastornada y sugerente hasta lo putesco. Los actores principales, Brando y Leigh, hacen un trabajo fantástico. Él en su papel de macho salvaje, ella en el suyo de hembrita loca, desvalida y dulce.
A grandes rasgos, la película va de que Blanche visita a su hermana Stella que vive con su marido, Stanley. La locura de Blanche va dando problemas, su actitud provoca encuentros y discusiones para la pareja y, así, ante el nuevo cambio, ante el factor recién aparecido en la ecuación, los personajes se adaptan y evolucionan. Y actúan.
Es difícil obviar la locura de Blanche, desde el principio de la película sus continuos cambios de humor y la tónica de sus respuesta sugieren un cierto trastorno bipolar. Igualmente, es difícil ignorar el salvajismo de Stanley. Stanley no es un «macho» en el sentido de película de Clint Eastwood, sino en el de un documental de Félix Rodríguez de la Fuente. No obstante, a pesar de sus defectos, ambos personajes tienen un carisma tal que arrastra todo lo demás y lo introduce en esa espiral cautivadora.
Una escenografía increíble, cargada de luz y calor, de suciedad y sudor, de locura, ensoñaciones y mentiras, resulta terriblemente seductora. La música, interesante y atractiva, tiene un volumen que, por momentos, roza lo inaudible y requiere un esfuerzo consciente y acusado para separarlo y procesarlo. Al menos, en la versión castellana de la película. Un trabajo impecable en blanco y negro que le valió el Oscar a mejor fotografía en B/N para Harry Stradling.
Ahora me gustaría matizar que lo siguiente es absolutamente subjetivo, son percepciones que tuve —y no pude evitar— a lo largo de la película:
1.- Blanche es descaradamente seductora. Bien. No hay ningún problema con eso. Bueno, en realidad sí que hay uno. Creo notar —y ese creo es sólo una muestra escrita de una humildad que en esta ocasión no siento— cierta seducción incestuosa con su hermana. Esos ojitos que le pone, cómo entreabre los labios, sus juegos con las manos... ¡Dioses santos! ¡A su propia hermano!
2.- No era necesario insistir tantas, tantísimas veces en la atracción sexual que hay entre Stanley y Blanche. Unas cuantas veces está bien, ayuda a definir los personajes; el abuso es mero relleno de metraje.
3.- ¿Creo notar —aquí sí es de humilde ignorancia— una tendencia de Tennessee Williams a los dramones macho muy macho, hembra muy hembra?
Curiosidades:
Esta película ganó 4 Oscar. El de Harry, del que ya he hablado y 3 para sus actores. Vivien Leigh, Kim Hunter y Karl Malden. Marlon Brando, con el papel de su vida, no lo ganó; porque se lo dieron a Bogart por La Reina de África.
Nota: 8. En cualquier caso, una muy buena película, con un buen desarrollo, un reparto de lujo y una puesta en escena sencillamente magistral. ¡No os la perdáis!
Grandiosa, una película de 10. Elia Kazan, con todo lo malo que tenía, era un gran director. Si lo mezclas con Tenesse Williams, ya tienes una combinación ganadora ^^
ResponderEliminarEs interesante leer la obra oroginal para ver las pequeñas censuras propias de la época, eliminando la homosexualidad.