El libro del cementerio - Neil Gaiman
Me gusta mucho cómo escribe Gaiman, es un hecho, y aunque estas navidades me hice con El Libro del Cementerio, lo postergué lectura tras lectura hasta esta semana. Lo cierto es que desde unas semanas atrás estoy leyendo mucho más de lo acostumbrado y jugando mucho más también, con tiempo que obtengo asocializando, por supuesto.
El caso es que resultó ser un libro precioso. Ayer iba en un tercio del libro (casi 100 páginas de las casi 300 que tiene) y me parecía que los capítulos tenían una estructura demasiado parecida entre ellos, pero luego se animó bastante y se fue haciendo divertido.
La historia trata de un niño que, cuando era bebé, sufrió un intento de asesinato a manos del hombre Jack, quien mató a toda su familia sólo que en un alarde de la casualidad, el niño consiguió salir de la cuna, abandonar la casa y cruzar la carretera con, sino recuerdo mal, año y medio. En el cementerio, los muertos deciden cuidarlo y educarlo hasta que se haga adulto. Así, el matrimonio Owens, que murió sin concebir hijos, se convierten en sus padres adoptivos y Silas —un tipo extraño y oscuro en la frontera entre los vivos y los muertos— se convierte en su tutor y promete estar con el chico o dejar a alguien al cargo si él tuviera que irse. Desde este punto, el libro irá dando saltos de años de capítulo en capítulo mostrándonos los pasajes más amenos de la vida de Nadie Owens, al que acostumbran a llamar Nad. Gente que conoce, su interés y problemática con los muertos, con los vivos y, con la presencia del hombre Jack.
Los personajes:
Nadie es un chico curioso, a veces algo pillo y tiene un toque encantador. Es el protagonista y lo iremos siguiendo en sus aventuras y en su aprendizaje de los trucos que puede hacer como muerto honorífico.
Silas es, claramente, el personaje guay del libro. Y tiene un aire a típico personaje de Gaiman. Silas es Morfeo, Silas es El Marqués de Carabás, el Mary Sue de Gaiman (no me gusta eso de Gary Stu, Mary Sue para machos y hembras).
El hombre Jack es un tío paciente, meticuloso e insidioso y tiene que matar a Nadie. Sea como sea. Puede que deje de aparecer durante capítulos y capítulos, pero siempre sabemos que está ahí, de fondo, tramando y tramando.
Aparte de estos hay diversos secundarios recurrentes como Liza y Scarlett —que tienen una relación entre amistosa y a veces insinúan algo más—con Nadie, la señorita Lupescu —una crack muy extraña amiga y compañera de Silas—, El Sanguinario —que custodia un tesoro— y la familia Owens, que están dispuestos a todo por ayudar a Nadie.
El libro luce una adjetivación precisa sin resultar en absoluto sobrecargada y tiene algunos recursos que le dan un toque adorable, por ejemplo la repetición de ciertas construcciones o de los sobrenombres como en: "Víctor Hugo, el famoso escritor", o de las frases de las lápidas; o el estilo indirecto de ciertos diálogos. La lectura es cómoda y muy rápida y es un libro divertido y adictivo.
Nota: 8. En lo que tiene es impecable, salvo en los fallos de ritmo del primer tercio, pero no lo exprime ni lo lleva más allá. Una novela ideal para jóvenes.
Silas a la izquierda y Nadie a la derecha, con el cementerio de fondo.
El caso es que resultó ser un libro precioso. Ayer iba en un tercio del libro (casi 100 páginas de las casi 300 que tiene) y me parecía que los capítulos tenían una estructura demasiado parecida entre ellos, pero luego se animó bastante y se fue haciendo divertido.
La historia trata de un niño que, cuando era bebé, sufrió un intento de asesinato a manos del hombre Jack, quien mató a toda su familia sólo que en un alarde de la casualidad, el niño consiguió salir de la cuna, abandonar la casa y cruzar la carretera con, sino recuerdo mal, año y medio. En el cementerio, los muertos deciden cuidarlo y educarlo hasta que se haga adulto. Así, el matrimonio Owens, que murió sin concebir hijos, se convierten en sus padres adoptivos y Silas —un tipo extraño y oscuro en la frontera entre los vivos y los muertos— se convierte en su tutor y promete estar con el chico o dejar a alguien al cargo si él tuviera que irse. Desde este punto, el libro irá dando saltos de años de capítulo en capítulo mostrándonos los pasajes más amenos de la vida de Nadie Owens, al que acostumbran a llamar Nad. Gente que conoce, su interés y problemática con los muertos, con los vivos y, con la presencia del hombre Jack.
Los personajes:
Nadie es un chico curioso, a veces algo pillo y tiene un toque encantador. Es el protagonista y lo iremos siguiendo en sus aventuras y en su aprendizaje de los trucos que puede hacer como muerto honorífico.
Silas es, claramente, el personaje guay del libro. Y tiene un aire a típico personaje de Gaiman. Silas es Morfeo, Silas es El Marqués de Carabás, el Mary Sue de Gaiman (no me gusta eso de Gary Stu, Mary Sue para machos y hembras).
El hombre Jack es un tío paciente, meticuloso e insidioso y tiene que matar a Nadie. Sea como sea. Puede que deje de aparecer durante capítulos y capítulos, pero siempre sabemos que está ahí, de fondo, tramando y tramando.
Aparte de estos hay diversos secundarios recurrentes como Liza y Scarlett —que tienen una relación entre amistosa y a veces insinúan algo más—con Nadie, la señorita Lupescu —una crack muy extraña amiga y compañera de Silas—, El Sanguinario —que custodia un tesoro— y la familia Owens, que están dispuestos a todo por ayudar a Nadie.
El libro luce una adjetivación precisa sin resultar en absoluto sobrecargada y tiene algunos recursos que le dan un toque adorable, por ejemplo la repetición de ciertas construcciones o de los sobrenombres como en: "Víctor Hugo, el famoso escritor", o de las frases de las lápidas; o el estilo indirecto de ciertos diálogos. La lectura es cómoda y muy rápida y es un libro divertido y adictivo.
Nota: 8. En lo que tiene es impecable, salvo en los fallos de ritmo del primer tercio, pero no lo exprime ni lo lleva más allá. Una novela ideal para jóvenes.
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