Philadelphia - Jonathan Demme


Andrew Beckett es un joven abogado que parece destinado a llegar a lo más alto de su profesión. Su bufete,  Wyant, Wheeler, Hellerman, Tetlow & Brow lo escogen para llevar un importantísimo caso, el último paso antes de hacerlo socio.
Sin embargo, es fulminantemente despedido tras la misteriosa desaparición de unos importantes documentos, tras que uno de los socios identificase una de sus heridas como sarcoma de kaposi y concluyese que Andrew padecía SIDA.  
Andrew los lleva a juicio argumentando que el propio bufete extravió los documentos para tener una excusa para echarlo debido a su enfermedad.




Esta es una película que toda persona debería ver al menos una vez en su vida. Porque olvidamos. Hemos olvidado cómo el SIDA entró en nuestra historia, como entró en la vida de la gente, como se convirtió en una lacra; olvidamos el miedo, el desconocimiento, los estigmas sociales… y esta película nos lo recuerda de la forma más dura.

Los personajes:
Andrew Beckett (Tom Hanks): Andrew es un tiburón de la abogacía. Brillante, agresivo, muy inteligente y además le encanta lo que hace. Oculta su enfermedad y su condición sexual ante sus jefes por miedo a la exclusión. Todo se desmorona cuando se ve apartado de su trabajo, marginado y sin un abogado que lo ayude en su demanda.
Joe Miller (Denzel Washington): abogado homofóbico  que rechaza defender a Andrew por miedo a su enfermedad y a su condición sexual. Cuando ve cómo lo tratan en una biblioteca pública, decide ayudarlo. Poco a poco va superando sus prejuicios en torno al SIDA y a los homosexuales.
Lisa Miller (Lisa Summerour): esposa de Joe. Desde el principio, lo anima a coger el caso, intentando hacer de su marido un hombre más tolerante.
Miguel Álvarez (Antonio Banderas): pareja de Andy desde hace años, se desvive porque siga los tratamientos. Lo cuida, lleva un detallado registro de los médicos que atienden a su pareja… un hombre encantador y el mejor apoyo para Andy y su familia.
Belinda Conine (Mary Steenburgen): la abogada de la defensa. Fría, despiadada y desde luego, muy convincente.

Los actores:
En esta película hay tres grandes actores: Hanks, Washington y Steenburgen. Fantásticos los tres. Sin duda el personaje del primero es el más lucido de todos y bien mereció el Oscar, pero sus compañeros eran unos dignos acompañantes.

El guión:
Tiene alguna crisis de ritmo pero su gran baza es tocar todos los aspectos del SIDA: el sufrimiento de la familia y de las parejas, la impotencia y las fases de negación de los enfermos, el desconocimiento, la marginación, el juicio público… todo tiene cabida. Y me encanta que Andy no sea ningún santo. .  La escena en la que  muestra al jurado sus lesiones es impresionante.
La dirección:
A cargo de Jonathan Demme, es, y con diferencia, lo peor de la película. Como primer punto negativo, abusa de los primeros planos. El director tiene la suerte de que los actores los soporten perfectamente, pero aún así, se nota el exceso. Además, estropea la que pudo haber sido una de las mejores escenas de la película: Andy bailando al bajo la voz de María Callas. La forma en la que está rodada estropea toda la secuencia, no se ve la cara de Andy, recurre demasiado a nuevos primeros planos de Joe…  Philadelphia y El silencio de los corderos parecen rodadas por una persona completamente distinta. Lo único destacable es como aprovecha la ciudad en las escenas en exteriores.

El maquillaje:
Ver cómo Andy se degrada físicamente minuto a minuto y que resulte creíble es tan triste como espectacular.

El doblaje:
Aprecio el esfuerzo de Antonio Banderas por doblarse a sí mismo pero no queda bien. No me extraña que a la larga, decidiese dejar de hacerlo.

La música:
La gran banda sonora de esta película merece la fama que la precede. Esta canción le valió un merecido Oscar:



Curiosidades:
— Se eliminó una escena en la que Andrew y Miguel aparecía en la cama. La escena no tenía ningún tipo de contenido sexual.
—Antonio Banderas se dobla a sí mismo.

Premios:
— Oscar a mejor actor para Tom Hanks.
— Oscar a la mejor canción por Streets of Philadelphia.

Nota: un 8. Las crisis de ritmo y la dirección desmerecen un poco. Aún así esta es, sin duda, una de las películas de los 90 que todo el mundo debería ver.


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