Agua

Con los brazos abiertos, en cruz, como Andy Dufresne al salir de la cárcel, noté como caía la lluvia. Noté cada gota rompiendo contra la piel desnuda, llevándose los pecados y el dolor, la sangre y las lágrimas, noté el abrazo helado del agua y me sentí completamente envuelto. Contuve la respiración y mantuve los ojos cerrados concentrado en aquella sensación de renacimiento, de purificación y, durante un instante, supe que sólo era un parásito del agua.

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