Mentes Criminales, 1ª temporada

Empecé a ver Mentes Criminales por la sencilla razón de que contaba con Mandy Patinkin (Me llamo Iñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir) en su reparto y tras el abrupto final de Tan muertos como yo, me apetecía seguir viendo su sereno rostro. Sí, así fue. Bueno, además, Laura también quería verla, así que las razones se acumularon.



El caso es que la serie empezó con total normalidad. Un grupo especial del FBI (como en casi cualquier serie policial estadounidense) que resuelve casos. En este caso se trata de la Unidad de Análisis de Conducta, unos tipos que se dedican a establecer perfiles psicológicos con los que infieren cosas sobre los implicados, recaban información, etc. El grupo lo lidera Giddeon (Mandy Patinkin) y a lo largo de la temporada se enfrentan a todo tipo de casos a cada cual más escabroso mientras los vamos conociendo a todos un poco más.

¿Qué diferencia a ésta del resto de series de su estilo? Mentes Criminales no busca ser realista como The Wire —la serie entre las series— ni reflejar un punto de vista del mundo ni nada. Mentes Criminales está más en el rollo Bones, CSI y demás parranda. ¿Hay algo que la diferencia de éstas? Sí, una pequeña cosa. Los guionistas de esta serie tienen un gran control del ritmo. Todos los capítulos, abarquen el periodo temporal que abarquen, son tensos, cargados, opresivos... y eso mola. En realidad, eso y el reparto son los grandes aspectos positivos de la serie. Tiene otros puntos positivos, como lo bien que maneja las personalidades de los personajes o la calidad de la banda sonora.

¿Qué le achaco en contra? Que es de las típicas series en las que los protas resuelven tooodos los casos. Subjetividad mía, puede ser, pero es algo que me revienta. Son el puto Correcaminos, al que odio desde pequeño, y todos los demás son viles Coyotes condenados a perder hagan lo que hagan.

Hacia el final de la temporada hay un par de capítulos que, en su género, me han parecido magistrales. Aparte de controlar a la perfección, como el resto de la serie, el ritmo, añadieron un argumento enrevesado, frenético, unos personajes carismáticos, unas motivaciones y el resultado fue envidiable. No obstante, dista bastante de la calidad media de la serie, que, aunque bastante buena, está lejos de ser excelente. Cerca del final, también, está el peor capítulo de la serie, que transcurre en México y es, la mayor parte del tiempo, ridículo. Se llama Machismo y podéis saltároslo con toda la tranquilidad del mundo. Aburrido, mediocre y tópico.

El capítulo final acaba por la mitad, dejando la resolución para el primero de la segunda temporada. Un capítulo muy friki con un asesino muy inteligente y, probablemente, dungeonero de toda la vida.

Las voces son bastante buenas (aunque no me guste el actor de doblaje que escogieron para Patinkin, que es el mismo que el que hace de William Adama en Galactica) y la intro, aunque sosa y aburrida, es bastante corta.


Nota: 7.5. La serie es divertida, entretenida, está bien producida, tiene una gran banda sonora y los personajes —y actores que los encarnan— molan. El tono de 'siempre invictos' es bastante cutre y prototípico. El hecho de que haya un millón de series con la misma temática (grupo de expertos resolviendo casos para la policía) es un tema demasiado manido.

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