El Príncipe - Nicolás Maquiavelo
Las primeras clases de filosofía, en primero de bachiller, había despertado, evidentemente, mi interés por este señor, autor de este libro, considerado una especie de manual del mal, aunque últimamente se hayan hecho otras muchas interpretaciones de la intencionalidad de este texto.
El caso es que El Príncipe es la serie de consejos y explicaciones que el señor Maquiavelo, un diplomático florentino, da a Lorenzo de Medici para que sea un nombre a recordar y no un papanatas, más o menos. ¿Cómo se hace un buen gobernante? El Príncipe, para mí, es más un recetario de cocina que otra cosa; y en El Príncipe se cocinan reyes.
Plagado de ejemplos históricos y contemporáneos (principios del XVI) Maquiavelo ilustra así sus palabras, para que no quepa duda de la veracidad de las mismas. A grandes rasgos, Maquiavelo le dice al receptario de su texto que mienta si tiene que mentir, asesine si tiene que asesinar, pague si tiene que pagar y expolie si tiene que hacerlo. Que dudar es malo, pues muestra debilidad; que deber es malo, pues muestra dependencia; que tener al pueblo en contra es malo, pues pone a punto de caramelo la traición, etc.
El enfoque es enteramente práctico y, en cierto modo, deshumanizante. Las personas son herramientas sintientes con las que conseguir el fin: mantener el principado. En cualquier caso, a pesar del tono de muchas de las críticas hacia el libro, el tratamiento ejemplificado que da es difícilmente discutible y, en mi opinión, no es ni bueno ni malo. Es meramente práctico.
El problema, al igual que con muchas obras de carácter divulgativo es que me quedo con la sensación de que para extraer verdaderamente su jugo tengo que hacer un resumen, si no sólo me habré quedado con un par de ideas sueltas. Por eso he empezado a pasar los párrafos destacados a una Wave, así que si alguien, futuramente, quiere acceso, que lo pida.
El caso es que El Príncipe es la serie de consejos y explicaciones que el señor Maquiavelo, un diplomático florentino, da a Lorenzo de Medici para que sea un nombre a recordar y no un papanatas, más o menos. ¿Cómo se hace un buen gobernante? El Príncipe, para mí, es más un recetario de cocina que otra cosa; y en El Príncipe se cocinan reyes.
Plagado de ejemplos históricos y contemporáneos (principios del XVI) Maquiavelo ilustra así sus palabras, para que no quepa duda de la veracidad de las mismas. A grandes rasgos, Maquiavelo le dice al receptario de su texto que mienta si tiene que mentir, asesine si tiene que asesinar, pague si tiene que pagar y expolie si tiene que hacerlo. Que dudar es malo, pues muestra debilidad; que deber es malo, pues muestra dependencia; que tener al pueblo en contra es malo, pues pone a punto de caramelo la traición, etc.
El enfoque es enteramente práctico y, en cierto modo, deshumanizante. Las personas son herramientas sintientes con las que conseguir el fin: mantener el principado. En cualquier caso, a pesar del tono de muchas de las críticas hacia el libro, el tratamiento ejemplificado que da es difícilmente discutible y, en mi opinión, no es ni bueno ni malo. Es meramente práctico.
El problema, al igual que con muchas obras de carácter divulgativo es que me quedo con la sensación de que para extraer verdaderamente su jugo tengo que hacer un resumen, si no sólo me habré quedado con un par de ideas sueltas. Por eso he empezado a pasar los párrafos destacados a una Wave, así que si alguien, futuramente, quiere acceso, que lo pida.
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