Black Mirror (Temporada 4) - Charlie Brooker


La cuarta temporada de Black Mirror, igual que la tercera (ambas desarrolladas bajo el amparo de Netflix), consta de seis episodios que, como es habitual, no guardan relación entre sí. La factura es igual de buena que siempre, pero parece que, aunque las historias siguen cumpliendo en general, empieza a acusar cierto cansancio de ideas tecnológicas.
USS Callister
El primer episodio nos presenta a un genio de la programación obsesionado con Star Trek que ha desarrollado un MMO de naves espaciales. Enfurecido porque no se reconoce su trabajo tanto como él cree que merece, desarrolla un add on startrekero y empieza a hacer clones digitales de sus compañeros de trabajo para someterlos a su voluntad dentro del juego.

Siendo tantos se van a llevar un chasco al repartir los PX.
Photo by Jonathan Prime / Netflix - © Netflix 2017

El capítulo tiene toques de comedia y aventura ligera sorprendentes en la, en general, oscurísima Black Mirror, que lo más que se había alejado de su fórmula hasta el momento era con el enfoque optimista de San Junipero. USS Callister funciona bien y es interesante, aunque los 76 minutos resultan algo excesivos y la idea del spin-off del puede ser una locura si no la hacen bien. Si ya se notaba algo hinchado este episodio que actuaría de momento inicial…
Arkangel
Una empresa ofrece la posibilidad de instalar chips a los niños para mantenerlos vigilados a través de tablets y mitigar incluso aquellos que elementos que desatan picos de estrés (pixelan sus formas y minimizan sus ruidos). Luego esos niños crecen, pero siguen teniendo el chip y durante la adolescencia los padres están muy preocupados y…

La idea de Arkangel es muy interesante, aunque no es más que una ligera vuelca de tuerca de control parental inmediato al chip de The Entire History of You y no acaba de explotarse. El capítulo se queda a medio gas, el guión de Brooker no profundiza en sus aspectos más interesantes (el efecto de las imágenes violentas y sexuales, el peligro de mantener esa información grabada de forma indefinida…) y se vuelca solo en el aspecto familiar, que aunque está más o menos bien desarrollado, no acaba de llenar bien el episodio. El primer capítulo dirigido por una mujer, Jodie Foster, merecía algo más que apelar al lado maternal llevado al extremo. En cierto modo me parece una burla.
Crocodile
Una pareja atropella a un niño en una carretera solitaria y decide mantener el secreto. Años después, a causa de otro atropello una investigadora empieza a interrogar a los testigos usando un dispositivo que le permite leer información relacionada con el tema en la mente de sus interrogados.

Paisajes, lo único que merece la pena de este capítulo.

Los preciosos paisajes islandeses sirven de telón de fondo al atropello, a la investigación y a la tensa sensación de culpabilidad. El capítulo es previsible, mecánico y la idea tecnológica también recuerda a la de The Entire History of You, pero lo que realmente ahoga el episodio es lo absurdo del desarrollo: en un mundo en el que se puede leer la mente de los investigados, ¿qué sentido tiene asesinar gente para tapar un asesinato? ¿No traerá eso más investigaciones, más lecturas y más revuelo? El escaso interés del capítulo depende de nuestra buena voluntad de aceptar que existe cierta ambigüedad moral en esa clase de investigaciones y en si es aceptable intentar ocultar una muerte accidental.
Hang the DJ
En un futuro en el que las relaciones sentimentales vienen regidas por una aplicación que te dice con quién salir y cuánto tiempo para tener datos con los que poder decidir quién es la persona con la que debes compartir el resto de tus días; Frank y Amy, reacios a abandonarse, se plantean la lógica e inevitabilidad del sistema.

Haaaang the DJ / Hang the DJ, hang the DJ, hang the DJ…

Hang the DJ es un capítulo curioso, divertido, bonito y, a su manera, optimista; un enfoque al que Black Mirror no suele acercarse, aunque en la pasada temporada hizo ya una incursión con San Junipero. Tim Van Patten firma un capítulo tenso, emocionante y emocional, con una apariencia cuidadísima, una Georgina Campbell impresionante y un apartado musical y sonoro fantástico en el que se nota la participación de Sigur Rós.
Cabeza de metal
En un futuro posapocalítico, una mujer debe huir de un perro robótico imparable que quiere matarla.

Cabeza de metal es, quizás, el capítulo más sencillo de la serie; una historia de huida y supervivencia, un relato de enfrentamiento con monstruo terrible al que parece imposible vencer. La dirección de David Slade, que sabe mantener la angustia en todo momento; la actuación de Maxine Peake, que es la única persona durante gran parte del capítulo y sostiene todo sobre sus hombros; y el terrorífico e incansable perro robot del infierno vertebran un capítulo que mantiene al espectador en una incómoda tensión constante.
Black Museum
Una joven, mientras recarga la electricidad de su coche en una solitaria carretera australiana, entra en un museo del horror en el que se exponen artilugios blackmirrorianos relacionados con supuestos crímenes reales.

Black mirreum.

El capítulo funciona como una serie de historias cortas que se cierran con un epílogo, y quizá su mayor problema es que ninguna de esas pequeñas historias destaca, ninguna atrae ni es particularmente buena. El capítulo se hace largo, como si el epílogo llegase muy tarde, perdidos ya hace tiempo la tensión y el interés. Lo único bueno que saqué fue el reencuentro con Alexandra Roach, a la que llevaba sin ver desde Utopia.
Conclusión
La temporada cumple pero no llena. El resultado es más bien regularcillo, aunque algunos capítulos merecen mucho la pena. Hang the DJ es un episodio estupendo; USS Callister es muy divertido y Metalhead es muy tenso. Arkangel está bien, más por su idea que por su desarrollo; y Black Museum y Crocodile son, en mi opinión, de los momentos más bajos de la serie junto a The Waldo Moment.


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