La llegada - Denis Villeneuve


La llegada es una de esas escasas películas de ciencia ficción que parece que consiguen convencer a fans y detractores del género. Se trata de un relato de primer contacto entre humanos y alienígenas movido por la complejidad de la comunicación en lugar de por el enfrentamiento agresivo, bajo la eficaz mirada de un satisfactorio Villeneuve.

© 2016 Paramount Pictures, vía IMDb

El contacto
Doce naves alienígenas con forma de lentilla negra de 400 metros de altura se posan en diferentes lugares de nuestro planeta. El ejército de EUA pide ayuda a Louise Banks (Amy Adams), una lingüista que ya colaboró con ellos anteriormente, para que averigüe con qué intenciones han venido los visitantes. Tarea en la que será apoyada por Ian Donnelly (Jeremy Renner), físico teórico.

Las presiones políticas hacen que los militares requieran resultados rápidos, lo que conduce la presión a Banks y Donnelly: la comunicación será veloz o no será. Encima, las discrepancias sobre la estrategia a seguir mantienen los ánimos muy tensos y la operación parece a un pequeño paso de empezar a lanzar misiles.
De lentillas y actrices gigantes
La llegada es una película que entra por los ojos y lo hace con éxito. Como pudimos apreciar con la magnífica Prisioneros, Villeneuve tiene maña con la presentación visual. En esta ocasión vuelve a evidenciarlo en escenas como la primera del túnel en el interior de la nave alienígena o con el primer contacto con Abbott y Costello, los alienígenas.


Entre unas cuantas reflexiones lingüísticas y científicas entre superficiales y fantasiosas, y un discurso político facilón, tosco e infantilizado, La llegada ofrece muchas cosas buenas: una tensión constante, una buena puesta en escena con un cuidado diseño, una estupenda banda sonora a cargo del islandés Jóhan Jóhansson, llena de sonidos entre orgánicos y mecánicos, y una actuación excelente de Amy Adams.
El primer y el tercer acto
¡¡AVISO!! Esta sección contiene spoilers.

Como tardé una eternidad en ver la película, tenía muy claro que en en su resolución sucedía algo que a mucha gente le parecía pillado por los pelos, algo que describían como «tramposo y cutre». Además, la idea inicial de la comunicación entre especies de mundos distintos me parecía inviable. En cualquier caso, fui con buen ánimo: acepté la premisa porque sí, que es lo que hay que hacer con las premisas, y me dispuse a disfrutar del espectáculo.

¡Qué sencillo es y qué gran efecto consigue el túnel!
Photo credit: Jan Thijs - © 2016 PARAMOUNT PICTURES. ALL RIGHTS RESERVED. Vía IMDb

Lo cierto es, una vez que se acepta la base de la narración (que la comunicación es posible y, de hecho, es rápida), La llegada es un pasatiempo estupendo. La historia es atractiva, la protagonista tiene mucha fuerza y encuentran tiempo para colar unas cuantas cosas interesantes, como la hipótesis de Sapir-Worf, que sugiere que la lengua determina cómo piensa (cómo puede pensar, de hecho) el hablante. Esto último condiciona la interpretación de la película y sustenta ese giro del tercer acto que tanto desagrada a una parte del público. La lengua de los heptápodos tiene una versión escrita en la que un chorro de tinta forma un círculo con una serie de patrones que se extienden hacia el interior o el exterior. Cada una de esas formas tiene un significado, pero la figura se construye toda a la vez, sin un principio y un fin claros. Nosotros escribimos de izquierda a derecha y asumimos un principio del enunciado y un final; pero ellos, no.

En cuanto nos indican esto, y dado que se ha hecho un esfuerzo por explicar lo de Sapir-Whorf, disponemos de todas las herramientas necesarias para entender qué está pasando y cómo se atan esas pequeñas incoherencias temporales. La llegada está contada de forma no lineal, de un modo en el que lo aún no sucedido influye en lo que se está contando. Louise, entendiendo de verdad esa lengua, cambia su forma de procesar la realidad y le permite apreciar el tiempo como aprecia las dimensiones espacio, sin la restricción del momento presente.

Carácter alienígena.

¿Por qué tiene imágenes de su hija desde el principio de la película? No queda muy claro cuál es el motivo: podría ser parte de la exposición no lineal de la línea temporal con que el guión quiere situarnos en la visión heptápoda del tiempo; puede que Louise recuerde todo desde un momento en que ya tiene esas visiones; o puede que sea un mero ejercicio de despiste con el que mantener el misterio hasta que se formaliza la explicación y se atan todos los cabos. Sea como sea, tanto esto como la discutible viabilidad del plan son solo detalles en el, en general, satisfactorio desarrollo de La llegada.
Conclusión
La llegada es una película entretenida, que se ve con gusto y deja unas cuantas reflexiones interesantes que, si despiertan nuestro interés, pueden despertar nuestras ganas de saber algo más. Parte de una premisa demasiado fantástica y lleva a ese terreno la hipótesis de Sapir-Whorf, pero lo razona para justificar su desarrollo y transmite buenas sensaciones: la narración funciona y, pese a sus peros, se ve coherente. No creo que sea la inmaculada joya que le parece a muchos, pero es un filme competente y recomendable.

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