Rammstein, 8/11 (Lisboa)

El concierto era en el Pavilhao Atlantico, bastante alejado del centro de Lisboa, aunque nada que no pudiese arreglarse con un par de maravillosos metros.

Bastante puntualmente empezaron los teloneros, un grupo noruego llamado Combichrist constituido por un cantante, un teclista al que apenas se oía salvo en pausas de la percusión, un batería que estaba puesto (drogado) y probablemente loco, y otro percusionista. El grupo me resultó terriblemente aburrido, con una mezcla de metal pesado y música tecno, con efectos ridículos de teclado (de lo poco que se le podía escuchar) y con una voz gruñida de éstas en plan black o death (un deathmetalero me explicó la diferencia, que unos gruñían y otros se desgañitaban o rugían o algo así, pero no recuerdo cuáles eran cuáles). Tocaron durante unos 40 minutos que resultaron eternos, cada canción era una nueva decepción sonora y visual, solo mitigada, en parte, por la increíble labor de los percusionistas que, como máquinas incansables, repartieron un ritmo de ametralladora pesada durante toda la actuación.

Cuando este grupo, a mí parece insoportable, terminó; hubo gente que se marchó (no, no me puedo creer que alguien pagase el precio de la entrada para ver... aquello; y estoy siendo amable con un término tan neutro) todo quedó en silencio y se empezó a tejer la que sería una actuación espectacular, de las que son habituales en Rammstein. Lo cierto es que este tiempo de preparación fue bastante largo, pero el resultado mereció, sin duda alguna, la espera.


El show.

Con el pabellón a oscuras, el escenario, ya de por sí negro, parecía más negro todavía. No se veía nada, vaya. Hasta que un pequeño, pero potente, haz de luz, apareció de la nada. Y luego otro punto al lado, haciéndose algo más grande. Mientras, en el otro extremo del escenario se abrió otro primer punto de luz. Luego, progresivamente, estas fuentes de luz iban creciendo en dimensiones, poco a poco, punto a punto, golpe a golpe. Cuando las dimensiones lo permitieron, tras los puntos de luz se vio a dos instrumentistas picando, abriendo el hueco, como mineros (o como referencia a la caída del muro de Berlín, cuyo 20 aniversario se celebraba al día siguiente) y mientras se veía esto, el efecto de un soplete abriendo una puerta, a menudo visto en películas, se iniciaba en el centro del escenario, por donde saldría Till, el cantante, con un vestuario que lo hacía parecer alguna clase de demonio y con una luz en la boca, que le daba un aire muy tétrico y malvado entre toda aquella oscuridad. Y, con esto, empezaron a tocar Rammlied, una canción del nuevo disco, que tiene un par de semanas y que yo, personalmente, no conocía.


Una fotografía de Carla Costa.

Habiendo comentado esta entrada al escenario, queda claro que el concierto fue, al menos, espectacular. Es la palabra que mejor lo describe, en realidad. Till no tiene voz para cantar durante dos horas y, en llegando a Feuer Frei! (sexta canción según el set list) ya iba bastante mal y apurado de aire). Las guitarras hacen un trabajo justito, es decir, tocan lo que tienen que tocar, pero sin mayor lucimiento. El batería hace su trabajo, al bajista no lo oía demasiado bien (cosa rara en un concierto) aunque tuvo partes prácticamente él solo y también tocó una guitarra acústica y el teclista fue el más destacable de todos ellos. Tanto por su algarabía, por todas las cosas que hizo a mayores y por ser el que más se lució tocando (desde mi ignorancia teclística, todo sea dicho).

Fuego!

Cada llamarada inundaba el pabellón de una brutal ola de calor, pero hay que reconocer que el efecto de aquellas tremendas llamas saliendo de todas partes era brutal. Desde el soporte de los focos, desde unos dispositivos en el suelo, desde una pistolita de gasolinera o desde los lanzallamas orales que popularizaron con el disco Mutter (creo).

A esto hay que sumar la cantidad de fuegos de artificio varios, que utilizaron a lo largo de todo el concierto, también con un uso muy espectacular, como que reventase cada uno con un determinado golpe de batería, o cuando Till "prendió fuego" con ellos al teclista tras "matarlo", o cuando reventaron los muñecos en plan Nenuco, uno a uno. Muy, muy llamativo y efectista. Increíble.


Setlist (según The best music)

1. Rammlied
2. B********
3. Waidmanns Heil
4. Keine Lust
5. Weisses Fleisch
6. Feuer Frei!
7. Wiener Blut
8. Frühling in Paris
9. Ich Tu Dir Weh
10. Liebe Ist Für Alle Da
11. Benzin
12. Links 2 3 4
13. Du Hast
14. Pussy

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15. Sonne
16. Haifisch
17. Ich Will

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18. Seemann
19. Engel


Lo cierto es que, en mi opinión, no fue una gran selección de las canciones antiguas y que faltaban algunas de las mejores, pero, en cualquier caso, fue un gran concierto y la experiencia fue difícilmente mejorable. Fue el espectáculo musical más increíble que haya visto nunca y, a pesar de las enormes expectativas que llevaba de las actuaciones de estos señores, quedé realmente impresionado.

Más fotografías del concierto:
Raquel Silva (a partir de la 13 son de Rammstein).
Manuel Lino (aunque el post sea de otra persona).

Comentarios

  1. Opino lo mismo que Martita...grrrrr....

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  2. con ese traje (la de till) seria alucinante escucharlos cantar mein teil...me eriza la piel tan solo de imaginarmelo...son por demas exelentes...

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  3. Hay gustos para todo, pero Combichrist no son aburridos.
    No tienen porque gustar a todos.
    En Madrid tocaron, eso sí, las más conocidas, se podría decir las más comerciales, pero la voz de Andy LaPlegua está bien.

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