Los chicos están bien - Lisa Cholodenko

Incluso en una época en la que veía una cantidad casi industrial de películas al mes, dejé pasar Los chicos están bien. El argumento no me motivaba y la consideración de «indie de relleno» que tuvo para muchos allegados su nominación a mejor película en los Oscar tampoco ayudó.

Hace unos días, en cambio, me la encontré en Netflix y me entraron muchas ganas de verla. Mereció la pena.

Maravillosas ambas.
Photo by Suzanne Tenner - © 2010 Focus Features

Lo extraordinario de lo ordinario

Los chicos están bien es una película sencilla y realista sobre lo cotidiano, los problemas de pareja, la familia la adolescencia… Los ejes en torno a los que se articula resultan cercanos, lo que hace que empaticemos más con los personajes: es fácil ponerse en su lugar, fácil entender cuánto queman pequeños errores mantenidos, y fácil alegrarse y sufrir con ellos. Y Lisa Cholodenko, que lo sabe, lo explota.

Nic (Annete Benning) y Jules (Julianne Moore) son una pareja de lesbianas con dos hijos, Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson), del mismo donante de semen. Nic y Jules son una pareja normal, con sus más y sus menos; Jules intenta abrir un negocio de asesoría paisajística (nombre chic para el diseño de jardines), Nic es una médica a la que le gusta un poco de más el vino; y entre ellas hay cierta tensión. Joni y Laser, aprovechando que ella acaba de cumplir los 18, solicitan conocer al donante, lo que los lleva hasta Paul (Mark Ruffalo), el dueño de un restaurante, que trabaja su propio huerto ecológico y orgánico. Este acercamiento culmina en el deseo de las madres de conocerlo para decidir con qué ojos ven que sus hijos se relacionen con él.

El interés mutuo entre Jules y Paul pasa a convertirse en el motor de la historia. Un motor que no pega demasiados acelerones: la historia discurre a su ritmo, fiel a esa narrativa cotidiana, a esa normalidad bien conocida. La tensión se dibuja pincelada a pincelada con el paso de los días, mientras los chicos van desarrollando una relación más cercana con el padre.

Siempre me encantó esta chiquilla, incluso le perdoné el paso por Alicia. Y Peeta, bueno, aquí no es Peeta, que ya es algo…
Photo by Suzanne Tenner - © 2010 Focus Features

Es curioso que resulte chocante que una película se desarrolle de la forma esperada por propia voluntad. Estamos tan acostumbrados a ver algún giro rocambolesco y a ese deseo evidente de sorprender al espectador. Los chicos están bien es tan normal que parece rara.


El valor seguro de un reparto entregado

Pero incluso dentro de la normalidad más ordinaria, hay algún detalle: como esa escena en la que todas las tensiones están ya a punto de estallar, y en un último intento de devolver las aguas a su cauce, los principales contendientes de la lucha se desafían a ritmo del All I Want de Joni Mitchell. En mitad del proceso de paz, ambos se exhiben con una letra bastante directa. Es una escena sencilla y calmada, pero tan tensa, expresiva e intensa que abre la puerta al desastre. El último reducto de paz antes de la tormenta. No hay otra alternativa.

Y es que la mayor baza de la película es su reparto, entregadísimo y eficaz; capaces de transformar un momento divertido en una guerra sin cuartel con apenas un gesto o una línea de diálogo entonada con cierta voz. Son ellos, todos, los que llevan el peso de la película. Adaptados a cualquier situación y enfoque, unos todoterrenos imparables. Ruffalo y Benning fueron nominados al Oscar por sus papeles, y dudo que Moore no estuviese en las quinielas. Y los chicos (perdonadme por esto) están bien. Tanto Wasikowska como Hutcherson se muestran creíbles y transmiten las dudas y la hostilidad debida.

Creo que Paul tiene tensión sexual con todo lo que pilla, pero…
Photo by Suzanne Tenner - © 2010 Focus Features

Los chicos están bien sí que iba un poco «de relleno» en mejor película, en el sentido de que no tenía ninguna opción de ganar (como unas cuantas de las 10 nominadas aquel año); pero es una buena película y ofrece un drama creíble, un humor efectivo y la posibilidad de disfrutar con un reparto inspiradísimo.

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