Expediente X - FOX
Tras la primera temporada de Doctor en Alaska y dentro de nuestro «regreso a los 90» decidimos ver Expediente X, una serie que tanto Laura como yo teníamos bastante olvidada pese a tenerlas como un clásico (de infancia en mi caso y de preadolescencia en el suyo).
El recuerdo esta vez era mucho más temible (¡ja!) que con Doctor en Alaska. En primer lugar tenía la sensación, probablemente falsa, de tener la serie mucho más fresca, pero era porque la había vivido mucho más (y eso que solo había visto un par de temporadas). Con esta serie, de crío, pasé verdadero miedo. Suponía que ese componente terror habría desaparecido con los años y con la costumbre de ver cada vez una violencia más explícita. Acerté. Creí que con esa reducción del efecto terror la serie se quedaría algo coja. Y ahí me equivoqué. Expediente X es tan grande como fue en su momento.
Y ahí tenemos a los dos protagonistas, Fox Mulder que se define con la frase «quiero creer» (la dice muchísimo e incluso tiene un póster en el despacho de un platillo volante y la frase debajo) y Dana Scully, que es la voz de la razón y el pensamiento científico clásico.
Llegados a este punto, la serie tendría dos caminos posibles (o uno a caballo entre ambos): podría tirar por los fenómenos paranormales sin explicación o podría buscar una explicación científica (o de ficción-científica al menos). Y tira por lo paranormal sin explicación sin ninguna duda, llegando a que Mulder, por pura intuición, atina muchas más veces con lo ocurrido que Scully con todas sus deducciones lógicas. ¡Eso es instinto, Fox!
A mayores, cabe destacar que en el piloto se nota un esfuerzo por acabar liando a Fox y a Scully aunque luego parece abandonarse por completo salvo momentos ocasionales en capítulos muy distanciados. Supongo que en una serie tan larga, como la tensión sexual duraría temporadas y temporadas se quedó grabada como si siempre hubiera estado ahí, pero sacando el piloto, la primera temporada pasa casi olímpicamente del tema.
La trama principal trata sobre la llegada de los extraterrestres y de cómo abordan esto desde el gobierno y desde otras organizaciones. En general la serie es muy sutil en el tratamiento de este tema. Dedica pocos capítulos, y aunque en esos capítulos siempre se da nueva información, los capítulos evitan profundizar mucho para no decir nunca demasiado ni decir nada demasiado claro. Así llegaron a 9 temporadas, vaya.
El juego con la teoría de la conspiración es de lo mejor de la serie e introduce a alguno de los personajes más memorables de la serie. Me gustan especialmente (en esta primera temporada) el Fumador (William B. Davis), un hombre que no suele hablar pero siempre está presente cuando los agentes se reúnen con el director Skinner del FBI (Mitch Pileggi) y siempre (o casi) se le ve fumando (sus cigarrillos de la marca Morleys con un paquete igualito al de Marlboro) y Garganta Profunda (Jerry Hardin), un peculiar informador de Mulder.
Nota: 8. Expediente X es una serie que se mantiene muy fresca. La mayoría de sus capítulos resultan muy entretenidos y aunque a día de hoy sean más de misterio que realmente terroríficos, los capítulos siguen resultando muy estimulantes y absorbentes.
Otras temporadas de Expediente X y películas:
Segunda.
Tercera.
Cuarta.
Quinta.
Expediente X: enfréntate al futuro.
El recuerdo esta vez era mucho más temible (¡ja!) que con Doctor en Alaska. En primer lugar tenía la sensación, probablemente falsa, de tener la serie mucho más fresca, pero era porque la había vivido mucho más (y eso que solo había visto un par de temporadas). Con esta serie, de crío, pasé verdadero miedo. Suponía que ese componente terror habría desaparecido con los años y con la costumbre de ver cada vez una violencia más explícita. Acerté. Creí que con esa reducción del efecto terror la serie se quedaría algo coja. Y ahí me equivoqué. Expediente X es tan grande como fue en su momento.
La verdad está ahí fuera
Esta frase, con la que empiezan casi todos los capítulos (en la primera temporada lo hacen todos menos uno, que empieza con «No confíes en nadie»), define la serie. Expediente X trata de que bajo el aspecto de normalidad subyacen cosas, cosas horribles, criaturas de pesadilla y organizaciones secretas. El mundo no es tal como siempre hemos pensado. Fox Mulder (David Duchovny) era un prometedor agente del FBI con una facilidad innata para establecer perfiles psicológicos y con una portentosa memoria para lo que se refiere a sus casos, pero un día empezó a trabajar en los Expedientes X y su carrera se truncó. Ahora es Mulder «el Siniestro» a ojos del resto del FBI. Un día asignan a Dana Scully (Gillian Anderson), otra brillante agente, para que ayude a Mulder en sus casos y, que es más importante, tome nota de todo e informe al FBI de la validez de los métodos de Mulder.
La verdad está ahí fuera.
Y ahí tenemos a los dos protagonistas, Fox Mulder que se define con la frase «quiero creer» (la dice muchísimo e incluso tiene un póster en el despacho de un platillo volante y la frase debajo) y Dana Scully, que es la voz de la razón y el pensamiento científico clásico.
Llegados a este punto, la serie tendría dos caminos posibles (o uno a caballo entre ambos): podría tirar por los fenómenos paranormales sin explicación o podría buscar una explicación científica (o de ficción-científica al menos). Y tira por lo paranormal sin explicación sin ninguna duda, llegando a que Mulder, por pura intuición, atina muchas más veces con lo ocurrido que Scully con todas sus deducciones lógicas. ¡Eso es instinto, Fox!
A mayores, cabe destacar que en el piloto se nota un esfuerzo por acabar liando a Fox y a Scully aunque luego parece abandonarse por completo salvo momentos ocasionales en capítulos muy distanciados. Supongo que en una serie tan larga, como la tensión sexual duraría temporadas y temporadas se quedó grabada como si siempre hubiera estado ahí, pero sacando el piloto, la primera temporada pasa casi olímpicamente del tema.
La mitología propia
Aunque la mayoría de capítulos son completamente autoconclusivos y no aportan nada a la trama central y pueden seguirse sin haber visto los capítulos anteriores sin ningún problema (o aportan poquísimo, quizá el guardado de pruebas a cargo del Fumador en el Pentágono o que se muestre cómo alguna administración pública o el ejército se deshacen de los datos), hay otros que participan activamente en ella. Es destacable, no obstante, que estos capítulos completamente episódicos y desligados unos de otros, algunos se parecen demasiado entre sí, pero en una serie con tantos capítulos es bastante esperable.La trama principal trata sobre la llegada de los extraterrestres y de cómo abordan esto desde el gobierno y desde otras organizaciones. En general la serie es muy sutil en el tratamiento de este tema. Dedica pocos capítulos, y aunque en esos capítulos siempre se da nueva información, los capítulos evitan profundizar mucho para no decir nunca demasiado ni decir nada demasiado claro. Así llegaron a 9 temporadas, vaya.
El juego con la teoría de la conspiración es de lo mejor de la serie e introduce a alguno de los personajes más memorables de la serie. Me gustan especialmente (en esta primera temporada) el Fumador (William B. Davis), un hombre que no suele hablar pero siempre está presente cuando los agentes se reúnen con el director Skinner del FBI (Mitch Pileggi) y siempre (o casi) se le ve fumando (sus cigarrillos de la marca Morleys con un paquete igualito al de Marlboro) y Garganta Profunda (Jerry Hardin), un peculiar informador de Mulder.
Scully exponiendo hechos ante el director Skinner. De fondo, como siempre, la silenciosa y humeante figura del Fumador.
Nota: 8. Expediente X es una serie que se mantiene muy fresca. La mayoría de sus capítulos resultan muy entretenidos y aunque a día de hoy sean más de misterio que realmente terroríficos, los capítulos siguen resultando muy estimulantes y absorbentes.
Otras temporadas de Expediente X y películas:
Segunda.
Tercera.
Cuarta.
Quinta.
Expediente X: enfréntate al futuro.
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