Fiebre del sábado noche - John Badham

Admito que tenía muy pocas expectativas. Que sí, que la película tiene su fama, que el personaje es una especie de mito, pero había algo que me echaba para atrás, y supongo que era el concepto mismo de la película. Y la verdad es que la película se deja ver, es divertida por momentos, los bailes son bonitos, pero... Pero.

Llega el sábado

Llega el sábado y nuestro héroe macarra de turno, Tony Manero (John Travolta), que trabaja en una ferretería en Brooklyn, se engalana con sus ceñidas camisas, sus pantalones de tela y sus zapatos de plataforma, se peina bien... y allá va, ¡a bailar!

Y es que Tony Manero es un nadie, es un cualquiera. Tony es un joven más en el mundo, y lo que sabe hacer, en lo que destaca, en lo que encuentra respeto y admiración, es en el baile. Así que la discoteca es su lugar de peregrinación semanal. Allí se transforma, allí es un rey, un hombre envidiado.

Y puede que Tony sea un chulo (o vaya de chulo, más bien), pero el guión de Norman Wexler se encarga de dejar claro que tiene su pequeño y frágil corazón. ¿Cómo? Presentando a Stephanie (Karen Lynn Gorney), una mujercita de baja posición que empieza a codearse con la élite de Manhattan y a creer en una posible vida mejor. Y Tony se enamora de ella.


Los años 70

De algún modo, supongo, Fiebre del sábado noche intenta ser más de lo que parece. Como Girls ahora mismo, por ejemplo, cuya protagonista admite que desea ser «la voz» de su generación. La película de Badham intenta presentar, igualmente, a un conjunto de personajes normales, perfectamente reconocibles y asimilables. Es gente normal (bueno, admito que no conozco en detalle el Nueva York de los 70, pero la peli los trata como la normalidad en sí misma y, en cierto modo, el concepto de la película sigue siendo más o menos actual, como mucho cambiando «la disco» por «el fútbol», «el LOL» u otro campo en que uno disfrute y pueda obtener reconocimiento entre sus semejantes), en un ambiente costumbrista a su manera, aunque de una forma un poco sucia, un poco sórdida por momentos.


Los personajes, decía, son gente normal, enfrentándose a problemas normales, al proceso de maduración que convierte a los jóvenes en adultos. Quizá a veces pasen cosas que no parecen tan normales (como los chavales saltando en el puente Verrazano-Narrows), pero la película dedica mucho más tiempo, por ejemplo, al drama familiar de Tony. A esos despectivos padres amargados, al hermano metido a cura sin vocación, a cómo Tony encaja los acontecimientos, a cómo lidia con los sentimientos hacia Stephanie y a cómo juega con Annette (Donna Mescow).

Much ado about nothing

Pero al final nada. 

La película tiene una banda sonora discotequera de impresión (no es mi estilo y no la disfruté especialmente, pero hay que reconocer que a la película le sentaba a la perfección), con mucho de los Bee Gees, como Night Fever o Staying alive, una extraña versión inspirada de la quinta sinfonía de Beethoven y muchas otras piezas discotequeras.

Os dejo con la versión de la canción de Beethoven porque me parece muy curiosa. 

Tiene un reparto adecuado (en el que destaca John Travolta, que además deja el listón muy alto bailando, la verdad), y unas ideas bastante interesantes detrás... pero no las explota o a mí no me convenció con su forma de explotarlas.


Stephanie y su modo de vida, el dramón de Annete follándose a tres tíos en el coche y luego echándose a llorar porque, jo, pobriña ella que no quería; la actitud de chulo-engreído-pero-con-corazón de Tony... A ver, que los elementos en sí, mejores o peores, están ahí y podrían aportar algo, pero el modo en que se intercalan, lo poco que contribuyen a veces y lo tediosos que resultan por momentos, me dejaban, personalmente, con ganas de que volviesen a la pista, a bailar y a chulear a todo el mundo que es en lo que la película conseguía parecerme absolutamente creíble. En la parte del Tony-Rey. Una lástima.


Nota: 5. La peli cumple con lo que promete. Una gran banda sonora y escenas disco, un gran bailarín y creíble personaje joven hastiado que sobrevive a su manera a un mundo que lo considera un cualquiera y en el que quiere destacar y, realmente, poco más. Pero, en general, es entretenida y resulta visible en todo momento.

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