El nombre del mundo es bosque - Ursula K Le Guin


Retomamos el universo de ciencia ficción de Ursula K. Le Guin, el Ekumen, para hablar del que se supone que, cronológicamente, va en segundo lugar. Bajo este sonoro, potente y evocador título, El nombre del mundo es bosque (en inglés, The Word for World is Forest), nos encontramos con un pulidísimo texto de unas 200 páginas sobre colonialismo y conciencia medioambiental con ecos de la Guerra de Vietnam, en el que, como en Los desposeídos, destacan la profundidad del retrato social así como el tratamiento del idioma y la forma en que condiciona la realidad.


Athsthe

Athsthe es un planeta oceánico donde la totalidad de las tierras emergidas están ocupadas por bosques, en los que habita una especie de humanoides de un metro de altura cubiertos por completo de vello verde. Los athstianos son una especie muy pacífica, viven en comunión con la naturaleza, forman una sociedad en la que no hay crímenes y han creado modos de competición no lesivos para medirse entre ellos. Además, tienen capacidad natural para tener sueños lúcidos.

Cuando los humanos llegan, con el objetivo de deforestar el mundo para hacerse con la madera, bautizan el planeta como Nueva Tahití y a los athstianos, a los que esclavizan ante su pacífica indiferencia, como «crichis». El objetivo es vender los recursos a precio de oro en la Tierra, un mundo que agotó casi completamente los suyos. Los humanos son una plaga violenta, un virus destructor que tortura, agrede, viola y mata a los crichis mientras destruye Athsthe.

El choque cultural entre colonizadores y colonizados, entre la guerra, las naves y armas de aquellos y la paz, los sueños y canciones de estos, es el motivo principal de El nombre del mundo es bosque, y todo cuanto pasa tiene que ver con ello de algún modo.

Davidson, Lyubov y Selver

La novela tiene tres narradores. El primero es el capitán Davidson, un militar violento, lleno de odio y desprecio hacia todo cuanto considera débil. Odia sobre todo a los athstianos, pero también a las mujeres y a los que deciden acatar la orden de no agredir a los crichis. El segundo es Ray Lyubov, el antropólogo de la expedición; un hombre curioso, empático y dispuesto a sacrificar su reputación por el bienestar de los nativos. El último es Selver, athstiano entrenado por los suyos para convertirse en Soñador (un concepto del que hablaremos más adelante) que acabó como esclavo de un asentamiento humano.

Selver es el nexo que lo une todo, el representante de los athstianos entre los invasores humanos. Es el elegido de Lyubov para aprender la cultura y el idioma de los crichis y es el que inicia el cambio en su pueblo tras que Davidson viole y mate a su mujer. Los humanos ya han matado, violado y torturado a otros athstianos, pero Selver es el primero que estalla y responde con violencia, un acto que está a punto de costarle la vida y del que es rescatado por Lyubov, quien sacrifica así el respeto del resto de humanos.

—Entonces, ¿es como Avatar pero con un argumento interesante?
—Bueno, sí, más o menos sí.

A través de Davidson vemos la raíz violenta del colonialismo, el desprecio de la superioridad. El capitán odia a los crichis, a los asiáticos, a las mujeres… Davidson odia todo lo que es diferente. Lyubov es la curiosidad y las ganas de aprender sobre la cultura ahstiana; es el conocimiento, el respeto y la ciencia. Selver es, por un lado, el athstiano, ya que ilustra todos los conceptos de esa especie que difieren de la humana; pero también es lo que aprende de los invasores con los que se relaciona, tanto de la curiosidad de Lyubov como de la violencia de Davidson. Selver, además de su propio ser, es el prisma bajo el que se nos presenta el impacto a largo plazo de los otros dos narradores.

Los idiomas como forma de ver el mundo

En el universo cifi de Le Guin los idiomas siempre juegan un papel importante; pero quizá en El nombre del mundo es bosque jueguen un papel aún mayor. Los athstianos y los humanos son capaces de comunicarse, pero esa comunicación no es completa. Hay conceptos que se escapan, ideas que los individuos de un pueblo no son capaces de captar en su totalidad.

Los athstianos tienen una sola palabra para expresar «mundo» y «bosque», de ahí el título; y tienen otra para expresar «dios» y «traductor». Estos ejemplos y otros dan forma a su pensamiento, y los humanos tienen solo un entendimiento parcial de la realidad athstiana. De este modo, aunque Lyubov y Selver redactan un diccionario terrano-athstiano, Le Guin mantiene con esa ligera incomprensión la distancia entre sus mundos y consigue dar mayor entidad a Selver y a los suyos.

Del tiempo-mundo al tiempo-sueño

El tiempo-mundo se corresponde con la realidad humana, y el tiempo-sueño con la realidad onírica. Los athstianos son capaces de soñar estando despiertos y allí se curan, aprenden y deciden.



Selver afirma que ni siquiera Lyubov entiende el tiempo-sueño, aunque lo considera el humano que está más cerca de hacerlo. Tampoco entiende del todo que los humanos no sean capaces de aprovechar el tiempo-sueño, como si solo fuesen la mitad de una persona, la mitad del tiempo-mundo. Como si estuviesen rotos.

El tiempo-sueño es importante para la cultura athstiana. Los sueños son muy maleables y en ellos podemos hacer cosas imposibles en nuestra realidad; por lo que los usan para aprender y para ver. Los que mejor aprovechan el tiempo-sueño son los llamados soñadores, los líderes de los athstianos; y a los intérpretes de sueños llega a considerárseles dioses (traductores del tiempo-sueño), cuya palabra sirve de mensaje que seguir.

Ecología

Los athstianos son una sociedad muy integrada con el bosque (y por tanto con el mundo) en el que viven; sus ciudades forman parte de este sin alterarlo y los caminos están llenos de ramas y de hojas. Los humanos, tras esquilmar su planeta, han llegado para talar los bosques y hacerse con los recursos; han llegado para destruir el ecosistema, preocupados únicamente por las ganancias de la venta de madera.

Humanos y athstianos constituyen sociedades con muchas diferencias, pero el trato hacia el bosque es quizá la mayor de ellas. Para unos es vida y para otros un medio de conseguir dinero. La expedición maderera llega a Athsthe con cualquier cosa menos intenciones de talar madera de forma sostenible, quieren llevarse la mayor cantidad posible y hacer granjas. Dinero, dinero, dinero. Los humanos son la fuerza de cambio que obliga a la naturaleza a adaptarse a sus necesidades; los athstianos son los que se desarrollan adaptándose a lo que hay, al medio que los rodea, a la fuerza del mundo.

De este modo, el bosque es la causa del encuentro y un motivo de desarrollo. El bosque es el mundo, es recursos para unos y hogar para otros, la razón para luchar de unos y de otros. En esta novela el bosque lo es todo.

Conclusión

Como Los desposeídos, El nombre del mundo es bosque está llena de ideas interesantes, de personajes extremos y complejos (incluso en la aparentemente simple violencia de Davidson hay mucha profundidad: racismo, machismo, ese miedo a lo nuevo que hace que quiera adaptar el mundo a lo que ya conoce…), y describe una sociedad ficticia alienígena rica y verosímil, llena de pequeños detalles mágicos y hermosos. Es una novela impecable.

Entradas relacionada

Otras entregas del Ciclo del Ekumen
Los desposeídos.

Otras novelas de Ursula K. Le Guin
Las tumbas de Atuán


Comentarios

Entradas populares de este blog

Charlie y la fábrica de chocolate - Tim Burton

Los miserables, diferencias argumentales entre novela y musical

Ozark (Temporada 1) - Bill Dubuque, Mark Williams