Historias de la guerra - Garth Ennis
Planeta DeAgostini recopila en un señor tomo de 480 páginas las War stories de Garth Ennis, un famoso guionista de cómics irlandés. Historias de la guerra recoge 8 relatos independientes ambientados en las guerras de mediados del siglo XX (de hecho son todos en la IIGM salvo uno, que transcurre en la Guerra Civil Española y que, por cierto, es uno de los relatos más interesantes) en el que Ennis se muestra crudo y antibelicista, muy cine-bélico-alemán, de hecho. Desmitificador, desheroizador y triste. Las historias no son bonitas, no son amables y no acaban bien. Esto es la guerra, señores; y para finales bonitos está el cine al otro lado del Atlántico.
Las 8 historias:
—El Tiger de Johan: en esta historia, que sirve de presentación de la colección y que anticipa el tono desencantado que va a llenar cada una de sus páginas nos presentan a un grupo de soldados alemanes que combatían en el frente ruso al mando de un tanque Tiger, que se llama Max. Con la guerra perdida y un frente ruso implacable, los alemanes intentan llegar hasta los estadounidenses para rendirse. Triste, desencantado y frustraten como cualquier película bélica alemana. Es el primero y me pareció bastante bueno. Quizá este y el último sean los que menos me gustaron del tomo. Cabe destacar que, lamentablemente, odio esta clase de finales.
—Los tramposos del Día D: aquí Ennis pone dos grandes temas sobre la mesa. Por un lado nos planta al frente italiano delante, con su hastiado y deprimente capitán Lovatt: «¿Cómo de incómodo y ridículo crees que te sentirás cuando lleves cuatro años enviando hombres a la muerte?» y por otro plantea el poder de la propaganda: «no creo que la guerra se dispute para vender periódicos», cuando obligan a la división a cargar en un asalto suicida porque deben conseguir un titular pronto para conseguir refuerzos. La verdad es que esta historia me recordó muchísimo a Los Juegos del Hambre, aunque allí no había ninguna Lady Astor presuntamente liándola parda. En este epígrafe de Wikipedia podéis informaros más sobre la polémica de Astor.
—Águilas gritonas: y en este capítulo empieza lo grande. Por un lado porque contamos con un impecable Dave Gibbons, que hace uno de los dibujos más limpios y menos recargados de todo el tomo. Por otro lado por las durísimas splash page en las que se nos cuenta cómo fue muriendo la compañía Easy (la de Hermanos de sangre). Y por último la historia, con la mansión, las obras de arte, la comida y la breve paz para los restos de la Easy, con su final triste, sin esperanza pero valiente, tan de Ennis, tan de este Historias de la Guerra.
—Nightingale: el destructor H.M.S. Nightingale es parte de la escolta que lleva a otros buques hacia puertos rusos, protegiéndolos de los bombarderos y submarinos germanos. Esta historia empieza, prácticamente, como Crónica de una muerte anunciada, de Márquez, con un sencillo: «El Sol brillaba intensamente el día en que morí». Sí, vale, sé que no es la misma frase; pero la idea sí es la misma, intenta liberar al relato de la carga de la tensión final. Sabemos cuál es ese final, al menos para el tipo que nos sirve de guía a través de la misma. Tres bocadillos después nos informan de que fue el fin de la Nightingale y de su tripulación. Ahí conocemos el final completo; así que ya no es eso el tema que Ennis va a querer desarrollar. Nightingale cuenta, en la primera mitad, una historia de terror: del enemigo terrible que se oculta más allá de la bruma y la sombra, del dragón alemán, del feroz submarino que los va a hundir a todos y, en la segunda, una historia de redención. El dibujo, a cargo de un siempre oscuro y tétrico David Lloyd es todo un acierto.
—J de Jenny: aquí se presenta a dos personajes, Stark y Page, copiloto y piloto del J de Jenny, un bombardero. Page es un hombre impasible e implacable al que no impresiona en absoluto bombardear poblaciones civiles, Stark, en cambio, es un hombre más piadoso y sabe que ese no es el modo de hacer las cosas. El conflicto moral guía esta historia a través de discusiones entre ambos, del mutuo desagrado que los une página por página.
—Los incursores: esta es una historia más aventurera y más heroica. Los incursores están locos, loquísimos y son más duros que los clavos de un ataúd. Más duros que el gitano de Snatch. Y punto. La historia es de las más entretenidas y más rápidas, no es de las que más me gustaron, pero sí con una de las que mejor me lo pasé.
—Cóndores: esta historia se ambienta en una trinchera dejada de la mano de Dios durante la Guerra Civil Española y tiene la estructura de estos chistes tan nuestros de «Están un inglés, un alemán, (...), y un español y...». En este caso están un inglés, un irlandés, un alemán y un español y cada uno presenta su historia, cada vez más duras, cada vez más horribles hasta que le toca al español y habla de Guernica. El dibujo, del español Carlos Ezquerra, es oscuro, sucio y sobrecargado; pero es, personalmente, el que más me impresionó (junto al del magnífico Gibbons) de los trabajos de los 7 dibujantes que ilustran estás páginas. La historia tiene una inclinación prosocialista, sin duda, pero es imposible no cogerle cierto aprecio al irlandés loco, fascista y despiadado. Imposible os digo.
—Arcángel: ya ha pasado lo mejor del cómic. Arcángel supone una despedida aceptable, pero no está a la altura de Cóndores, Nightingale o Águilas Gritonas. El dibujo muy claro y muy definido, el tono algo más heroico y luminoso que el de las otras historias, la historia algo menos tétrica y la duda lanzada al aire de la moralidad de ciertos ingenios de la guerra son sus mayores bazas. Quizá Ennis no quería despedirse con un relato tan desencantado como los demás y prefirió despedirse con una sonrisa de aprobación. Lo cierto es que quizá sea el relato de los presentes con el que más fácil resulta despedirse de tan fantástica recopilación.
Historias de la guerra, sus 480 páginas y sus 35 euros son una gran compra. Si os gusta el género bélico dudo que os defraude. A ninguno. Si no os gusta generalmente, puede que el contenido de las páginas sea un poco tedioso y que los desarrollos, casi todos eminentemente agrios, de sus historias os echen para atrás. Los personajes no son grandes personajes (en general), son herramientas de la historia, son gente sencilla, normal; combatientes. Pero, sin duda, me parece un cómic muy, muy recomendable.
Nota: 8. Anotadlo. De verdad de la buena. Gran cómic.
Las 8 historias:
—El Tiger de Johan: en esta historia, que sirve de presentación de la colección y que anticipa el tono desencantado que va a llenar cada una de sus páginas nos presentan a un grupo de soldados alemanes que combatían en el frente ruso al mando de un tanque Tiger, que se llama Max. Con la guerra perdida y un frente ruso implacable, los alemanes intentan llegar hasta los estadounidenses para rendirse. Triste, desencantado y frustraten como cualquier película bélica alemana. Es el primero y me pareció bastante bueno. Quizá este y el último sean los que menos me gustaron del tomo. Cabe destacar que, lamentablemente, odio esta clase de finales.
—Los tramposos del Día D: aquí Ennis pone dos grandes temas sobre la mesa. Por un lado nos planta al frente italiano delante, con su hastiado y deprimente capitán Lovatt: «¿Cómo de incómodo y ridículo crees que te sentirás cuando lleves cuatro años enviando hombres a la muerte?» y por otro plantea el poder de la propaganda: «no creo que la guerra se dispute para vender periódicos», cuando obligan a la división a cargar en un asalto suicida porque deben conseguir un titular pronto para conseguir refuerzos. La verdad es que esta historia me recordó muchísimo a Los Juegos del Hambre, aunque allí no había ninguna Lady Astor presuntamente liándola parda. En este epígrafe de Wikipedia podéis informaros más sobre la polémica de Astor.
—Águilas gritonas: y en este capítulo empieza lo grande. Por un lado porque contamos con un impecable Dave Gibbons, que hace uno de los dibujos más limpios y menos recargados de todo el tomo. Por otro lado por las durísimas splash page en las que se nos cuenta cómo fue muriendo la compañía Easy (la de Hermanos de sangre). Y por último la historia, con la mansión, las obras de arte, la comida y la breve paz para los restos de la Easy, con su final triste, sin esperanza pero valiente, tan de Ennis, tan de este Historias de la Guerra.
Estas imágenes en tan buena calidad provienen de Sigue Al Conejo Blanco.
—Nightingale: el destructor H.M.S. Nightingale es parte de la escolta que lleva a otros buques hacia puertos rusos, protegiéndolos de los bombarderos y submarinos germanos. Esta historia empieza, prácticamente, como Crónica de una muerte anunciada, de Márquez, con un sencillo: «El Sol brillaba intensamente el día en que morí». Sí, vale, sé que no es la misma frase; pero la idea sí es la misma, intenta liberar al relato de la carga de la tensión final. Sabemos cuál es ese final, al menos para el tipo que nos sirve de guía a través de la misma. Tres bocadillos después nos informan de que fue el fin de la Nightingale y de su tripulación. Ahí conocemos el final completo; así que ya no es eso el tema que Ennis va a querer desarrollar. Nightingale cuenta, en la primera mitad, una historia de terror: del enemigo terrible que se oculta más allá de la bruma y la sombra, del dragón alemán, del feroz submarino que los va a hundir a todos y, en la segunda, una historia de redención. El dibujo, a cargo de un siempre oscuro y tétrico David Lloyd es todo un acierto.
—J de Jenny: aquí se presenta a dos personajes, Stark y Page, copiloto y piloto del J de Jenny, un bombardero. Page es un hombre impasible e implacable al que no impresiona en absoluto bombardear poblaciones civiles, Stark, en cambio, es un hombre más piadoso y sabe que ese no es el modo de hacer las cosas. El conflicto moral guía esta historia a través de discusiones entre ambos, del mutuo desagrado que los une página por página.
—Los incursores: esta es una historia más aventurera y más heroica. Los incursores están locos, loquísimos y son más duros que los clavos de un ataúd. Más duros que el gitano de Snatch. Y punto. La historia es de las más entretenidas y más rápidas, no es de las que más me gustaron, pero sí con una de las que mejor me lo pasé.
«Y la pobre Lili Marlen tendrá que esperar en vano.»
—Cóndores: esta historia se ambienta en una trinchera dejada de la mano de Dios durante la Guerra Civil Española y tiene la estructura de estos chistes tan nuestros de «Están un inglés, un alemán, (...), y un español y...». En este caso están un inglés, un irlandés, un alemán y un español y cada uno presenta su historia, cada vez más duras, cada vez más horribles hasta que le toca al español y habla de Guernica. El dibujo, del español Carlos Ezquerra, es oscuro, sucio y sobrecargado; pero es, personalmente, el que más me impresionó (junto al del magnífico Gibbons) de los trabajos de los 7 dibujantes que ilustran estás páginas. La historia tiene una inclinación prosocialista, sin duda, pero es imposible no cogerle cierto aprecio al irlandés loco, fascista y despiadado. Imposible os digo.
«Os garantizo esto: ninguno de nosotros ha aprendido nada hoy.»
—Arcángel: ya ha pasado lo mejor del cómic. Arcángel supone una despedida aceptable, pero no está a la altura de Cóndores, Nightingale o Águilas Gritonas. El dibujo muy claro y muy definido, el tono algo más heroico y luminoso que el de las otras historias, la historia algo menos tétrica y la duda lanzada al aire de la moralidad de ciertos ingenios de la guerra son sus mayores bazas. Quizá Ennis no quería despedirse con un relato tan desencantado como los demás y prefirió despedirse con una sonrisa de aprobación. Lo cierto es que quizá sea el relato de los presentes con el que más fácil resulta despedirse de tan fantástica recopilación.
Historias de la guerra, sus 480 páginas y sus 35 euros son una gran compra. Si os gusta el género bélico dudo que os defraude. A ninguno. Si no os gusta generalmente, puede que el contenido de las páginas sea un poco tedioso y que los desarrollos, casi todos eminentemente agrios, de sus historias os echen para atrás. Los personajes no son grandes personajes (en general), son herramientas de la historia, son gente sencilla, normal; combatientes. Pero, sin duda, me parece un cómic muy, muy recomendable.
Nota: 8. Anotadlo. De verdad de la buena. Gran cómic.
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