Capitán América: el primer vengador - Joe Johnston
La peli del Capi lo tenía todo para no gustarme: tiene a Chris Evans, tuvo una acogida entre mediocre y mala (por parte del público, sobre todo)... y es sobre el Capitán América. Las tenía todas, vaya. Pero lo cierto es que para mi absoluta sorpresa, la película ha estado realmente bien (bueno, en lo que a cine Marvel se refiere, vaya).
Steve Rogers es un chavalín canijo que movido por su patriotismo y sentido del deber quiere tomar parte en la IIGM, pero claro... es demasiado canijo. Su insistencia le lleva a encontrarse con su modo de ir, con su Mefistofeles particular, y acepta. Su sueño, eso está claro, es ser un héroe. Y así será. Steve Rogers se transforma en el Capitán América. Bueno, o algo así.
El reparto es bastante adecuado. Chris Evans, que a mí no me gusta demasiado, se defiende. En la parte en la que es un tirillas digitalizado, de hecho, llega a incluso a resultar simpático. Luego ya no tanto, pero tampoco se hace insoportable. Es un aceptable Rogers. Tommy Lee Jones, Hugo Weaving, Hayley Atwell y Sebastian Stan son unos conseguidos secundarios. Especialmente los dos primeros, que también son dos de los personajes que más cargan el peso de la película sobre los hombros. Un detalle para los fans de Tronos: ¡sale la actriz de Margaery Tyrell, Natalie Dormer, y tiene la misma cara de arpía!
Creo que uno de los grandes aciertos de esta película (uno de los mayores aciertos que he visto en películas de super héroes... para todos; excluyo a Watchmen y similares de esta reflexión) es el tratamiento del súper héroe. Para empezar, Steve Rogers no tiene madera de héroe. Es un tipejo de metro y medio y cuarenta kilos obsesionado con lo que tiene que hacer. Su vida es un asco y el es solo el tipo raro. Tiene envidia de la gente que va a la guerra, es algo muy raro. ¿Heroico? Más bien poco. Steve Rogers es un fundamentalista yanki. Nada más. El no quiere colaborar con su pueblo, él quiere ser uno de los que creen que son los protagonistas del evento, de los que van a Europa no a morir por su país, sino a «hacer que un cabrón muera por el suyo». Hasta tal punto es así que, directamente, se somete a un experimento rarísimo con tal de poder ingresar en el ejército, y soporta todo lo que le echen encima, porque Steve Rogers, señores, quiere la gloria.
Habrá, supongo, a quien esto le parezca heroico. A mí no. V en V de Vendetta es un héroe, Steve Rogers al principio de la peli, desde luego, no. El caso es que como viene siendo tradicional en las obras contemporáneas del Capi, retuercen todo de una manera que mola. En los UA está un poco pasado de rosca, parece que ha leído Watchmen y que simpatiza con Roschach, o algo así; en la Civil War hace una revindicación muy justa pero antisistema... ¿y aquí? En El primer vengador Steve Rogers es convertido en una pieza más del marketing yanki para la guerra. ¿Héroes? Sí, sobre un escenario, chavalín; que con lo caro que sales no te mandamos ante los disparos nazis ni de coña.
Sí, eso es lo que más me ha gustado de la película, ese retrato desangelado del Capi, reducido a una animadora hipermusculada ante los medios y ante los soldados que le dicen que se largue y que deje volver a las chavalitas. Pobre, pobre Steve Rogers. Ya está, la película ya me había ganado. Podía haber tirado de más y más tiros, explosiones, molonidez y palomitas, pero la primera parte centrada en el super héroe me pareció perfecta tal como estaba. Bravo. Un aplauso.
La otra cara de la película, que la tiene por supuesto, es casi igual de destacable. Si bien el guión es solvente en casi todo momento, es sencillo y veloz sin perder de vista la precipitada evolución de Rogers (aunque uno podría decir que patea nazis porque son los tipos malos que hacen bullying al resto de Europa), hay que decir que se deja caer en algunas cosas que son, sencillamente horrorosas.
—Puede parecer una tontería, pero cada vez que los de Hydra hacían un «¡Heil, Hydra!» con los dos brazos, como diciendo «somos el doble de machos que los nazis normales que siguen a Hitler» me daba arcadas. Es que es absurdo, cutre, incómodo y, ante todo (que es lo más grave, a su manera) estéticamente. Johnston, tío, en serio: es feo.
—Otro punto horrible, todo él, como un miembro gangrenado, es la relación amorosa de la película. Siempre, ¿eh? No falla. Los guionistas de las pelis de Marvel no se han acercado a una mujer a distancia conversacional en su vida. Es que es horrible. Como en Thor, como en Spiderman, como siempre. Supongo que tiene su dificultad explotar una trama romántica en una peli de súper héroes, pero o se hace bien o que no se haga, por favor. No me cansaré de pedirlo infructuosamente. Por suerte el final le echa un pequeño jarro de agua fría (helada, incluso) y uno casi puede olvidar el tema.
Comento por último el acierto del vestuario (el traje que lleva finalmente Rogers es una pasada, la verdad) y el acierto de caracterización de los secundarios y del reparto: esas animadoras que tienen un aire a cincuenteras que espanta, por ejemplo; o la ropa de los nazis. Destacar también el lucimiento de los vehículos en las pocas escenas en las que tienen cierto protagonismo.
Nota: 7. Ojalá la película de Los Vengadores, que aún no he visto, siga esta línea.
Otras películas de Joe Johnston:
—Jumanji.
Otras precuelas de Los Vengadores:
—Los vengadores.
—Thor.
Steve Rogers es un chavalín canijo que movido por su patriotismo y sentido del deber quiere tomar parte en la IIGM, pero claro... es demasiado canijo. Su insistencia le lleva a encontrarse con su modo de ir, con su Mefistofeles particular, y acepta. Su sueño, eso está claro, es ser un héroe. Y así será. Steve Rogers se transforma en el Capitán América. Bueno, o algo así.
El reparto es bastante adecuado. Chris Evans, que a mí no me gusta demasiado, se defiende. En la parte en la que es un tirillas digitalizado, de hecho, llega a incluso a resultar simpático. Luego ya no tanto, pero tampoco se hace insoportable. Es un aceptable Rogers. Tommy Lee Jones, Hugo Weaving, Hayley Atwell y Sebastian Stan son unos conseguidos secundarios. Especialmente los dos primeros, que también son dos de los personajes que más cargan el peso de la película sobre los hombros. Un detalle para los fans de Tronos: ¡sale la actriz de Margaery Tyrell, Natalie Dormer, y tiene la misma cara de arpía!
Tomy Lee Jones y Natalie Dormer. Impecables.
Creo que uno de los grandes aciertos de esta película (uno de los mayores aciertos que he visto en películas de super héroes... para todos; excluyo a Watchmen y similares de esta reflexión) es el tratamiento del súper héroe. Para empezar, Steve Rogers no tiene madera de héroe. Es un tipejo de metro y medio y cuarenta kilos obsesionado con lo que tiene que hacer. Su vida es un asco y el es solo el tipo raro. Tiene envidia de la gente que va a la guerra, es algo muy raro. ¿Heroico? Más bien poco. Steve Rogers es un fundamentalista yanki. Nada más. El no quiere colaborar con su pueblo, él quiere ser uno de los que creen que son los protagonistas del evento, de los que van a Europa no a morir por su país, sino a «hacer que un cabrón muera por el suyo». Hasta tal punto es así que, directamente, se somete a un experimento rarísimo con tal de poder ingresar en el ejército, y soporta todo lo que le echen encima, porque Steve Rogers, señores, quiere la gloria.
Ahí está, Rogers en toda la gloria que la genética le ha dado.
Habrá, supongo, a quien esto le parezca heroico. A mí no. V en V de Vendetta es un héroe, Steve Rogers al principio de la peli, desde luego, no. El caso es que como viene siendo tradicional en las obras contemporáneas del Capi, retuercen todo de una manera que mola. En los UA está un poco pasado de rosca, parece que ha leído Watchmen y que simpatiza con Roschach, o algo así; en la Civil War hace una revindicación muy justa pero antisistema... ¿y aquí? En El primer vengador Steve Rogers es convertido en una pieza más del marketing yanki para la guerra. ¿Héroes? Sí, sobre un escenario, chavalín; que con lo caro que sales no te mandamos ante los disparos nazis ni de coña.
Sí, eso es lo que más me ha gustado de la película, ese retrato desangelado del Capi, reducido a una animadora hipermusculada ante los medios y ante los soldados que le dicen que se largue y que deje volver a las chavalitas. Pobre, pobre Steve Rogers. Ya está, la película ya me había ganado. Podía haber tirado de más y más tiros, explosiones, molonidez y palomitas, pero la primera parte centrada en el super héroe me pareció perfecta tal como estaba. Bravo. Un aplauso.
Hugo Weaving como Cráneo Rojo.
La otra cara de la película, que la tiene por supuesto, es casi igual de destacable. Si bien el guión es solvente en casi todo momento, es sencillo y veloz sin perder de vista la precipitada evolución de Rogers (aunque uno podría decir que patea nazis porque son los tipos malos que hacen bullying al resto de Europa), hay que decir que se deja caer en algunas cosas que son, sencillamente horrorosas.
—Puede parecer una tontería, pero cada vez que los de Hydra hacían un «¡Heil, Hydra!» con los dos brazos, como diciendo «somos el doble de machos que los nazis normales que siguen a Hitler» me daba arcadas. Es que es absurdo, cutre, incómodo y, ante todo (que es lo más grave, a su manera) estéticamente. Johnston, tío, en serio: es feo.
—Otro punto horrible, todo él, como un miembro gangrenado, es la relación amorosa de la película. Siempre, ¿eh? No falla. Los guionistas de las pelis de Marvel no se han acercado a una mujer a distancia conversacional en su vida. Es que es horrible. Como en Thor, como en Spiderman, como siempre. Supongo que tiene su dificultad explotar una trama romántica en una peli de súper héroes, pero o se hace bien o que no se haga, por favor. No me cansaré de pedirlo infructuosamente. Por suerte el final le echa un pequeño jarro de agua fría (helada, incluso) y uno casi puede olvidar el tema.
Hay que reconocerles, eso sí, que la moza es mucho más molona de lo que es habitual en estas películas.
Comento por último el acierto del vestuario (el traje que lleva finalmente Rogers es una pasada, la verdad) y el acierto de caracterización de los secundarios y del reparto: esas animadoras que tienen un aire a cincuenteras que espanta, por ejemplo; o la ropa de los nazis. Destacar también el lucimiento de los vehículos en las pocas escenas en las que tienen cierto protagonismo.
Nota: 7. Ojalá la película de Los Vengadores, que aún no he visto, siga esta línea.
Otras películas de Joe Johnston:
—Jumanji.
Otras precuelas de Los Vengadores:
—Los vengadores.
—Thor.
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